Aprovechando que Eva está haciendo un curso en Madrid que le obliga a bajar todos los fines de semana y que contamos con el alojamiento en casa de su hermana Berta, decidimos bajarnos a pasar allí estos dos días y callejear un poco por la capital.
Nunca ha sido una ciudad que me gustase, pero en mis últimas visitas, quizá precisamente por el hecho de pasear por sus calles, este despertando un interés en mi por conocer más sobre todo lo que la concierne.
Día 1: Logroño - Madrid
Distancia: 335 km // Tiempo: 3:15 h // Consumo: 29 L
Combustible: 26,39 € // Peajes: 6,15 € // Total: 32,54 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €
Itinerario VíaMichelín
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 20,00 € // Varios: 77,00 €
Día 1: Logroño - Madrid
Distancia: 335 km // Tiempo: 3:15 h // Consumo: 29 L
Combustible: 26,39 € // Peajes: 6,15 € // Total: 32,54 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €
Itinerario VíaMichelín
Elegimos ir por Soria, recorrido que últimamente hemos constatado que es más rápido que la opción de ir por Burgos. Además la autovía desde Burgos a Madrid, la A-1, está a mi juicio en un estado lamentable aparte de tener unas curvas de radio demasiado ajustado para una autovía.
Salimos a media tarde por la N-111, lo que forma la parte más lenta del itinerario, debido a que es una carretera muy revirada (solo hay que ver el punto 7 del enlace a VíaMichelín) y que atraviesa bastantes pueblecitos antes de salir de la comunidad de La Rioja.
Entramos a la provincia de Soria atravesando el túnel de Piqueras, justo después de comprobar con nuestros propios ojos lo bajo que se encontraba el Embalse de Pajares (en torno al 30%). Este camino, aparte de suponer una economía en tiempo de viaje, hace el viaje mucho más cómodo evitando el ascenso al puerto de Piqueras que ralentizaba mucho la marcha.
Tras pasar por Soria capital, entramos en la A-15 que nos conduce hasta Medinaceli (ciudad que me gustaría visitar próximamente) y que nos pone ya en camino hacia Madrid por la autovía del Nordeste, la A-2. La seguiríamos hasta recién pasado Valdenoches, donde continuamos por la radial 2 (R-2), que aunque es de pago y alarga el trayecto unos 10 kilómetros, nos aseguraba circular prácticamente solos para no demorar más la llegada. La relación precio/kilómetros es francamente alta, 6,15 € por algo así como 50 ó 60 km.
Dejamos la furgoneta aparcada sobre una acera en una callejuela estrecha a la vuelta de casa de Berta y Silvia, con la intención de bajar a moverla a la mañana siguiente. Subimos al apartamento, dejamos las cosas y nos pusimos más cómodos a ver un poco la tele.
Cenamos los peores sandwichs mixtos que he hecho en mi vida, merced a una sartén que no se quiso poner a trabajar en sintonía conmigo y volvimos al sofá a ver algún programa de esos estilo Callejeros hasta que nos entró el sueño cerca de las 00:00.
Día 2: MadridSalimos a media tarde por la N-111, lo que forma la parte más lenta del itinerario, debido a que es una carretera muy revirada (solo hay que ver el punto 7 del enlace a VíaMichelín) y que atraviesa bastantes pueblecitos antes de salir de la comunidad de La Rioja.
Entramos a la provincia de Soria atravesando el túnel de Piqueras, justo después de comprobar con nuestros propios ojos lo bajo que se encontraba el Embalse de Pajares (en torno al 30%). Este camino, aparte de suponer una economía en tiempo de viaje, hace el viaje mucho más cómodo evitando el ascenso al puerto de Piqueras que ralentizaba mucho la marcha.
Tras pasar por Soria capital, entramos en la A-15 que nos conduce hasta Medinaceli (ciudad que me gustaría visitar próximamente) y que nos pone ya en camino hacia Madrid por la autovía del Nordeste, la A-2. La seguiríamos hasta recién pasado Valdenoches, donde continuamos por la radial 2 (R-2), que aunque es de pago y alarga el trayecto unos 10 kilómetros, nos aseguraba circular prácticamente solos para no demorar más la llegada. La relación precio/kilómetros es francamente alta, 6,15 € por algo así como 50 ó 60 km.
Dejamos la furgoneta aparcada sobre una acera en una callejuela estrecha a la vuelta de casa de Berta y Silvia, con la intención de bajar a moverla a la mañana siguiente. Subimos al apartamento, dejamos las cosas y nos pusimos más cómodos a ver un poco la tele.
Cenamos los peores sandwichs mixtos que he hecho en mi vida, merced a una sartén que no se quiso poner a trabajar en sintonía conmigo y volvimos al sofá a ver algún programa de esos estilo Callejeros hasta que nos entró el sueño cerca de las 00:00.
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 20,00 € // Varios: 77,00 €
El despertador me sobresaltó en un momento en que conseguía acercarme al sueño tras una noche bastante incomoda en el sofá. Había estado despertándome cada poco tiempo y me entró esa modorra típica de las siete de la mañana.
Nos levantamos a desayunar unas tostadas acompañando a Eva y estuvimos con ella hasta que se fue a hacer el curso (entra a las 9:00) y luego nos volvimos cada mochuelo a su olivo hasta las diez y algo.
Ya despiertos y espabilados fuimos a hacer unos recados que tenía pendientes Berta. Empezamos por echar un ojo a la furgo al bajar a la calle, para mirar si ya se la había llevado la grúa. Visto que no era así, nos dirigimos a pie hasta la calle Orense donde está la tienda de Vodafone más próxima. Berta quería hacer un cambio a contrato.
Después de ver las ofertas, y mientras pensaba qué opción le convencía más, nos acercamos a la Casa del Libro que hay al lado, a unos cien metros calle arriba, en busca de una novela para ella y una guía de Madrid para mi. La novela no estaba y a la guía le habían apañado el mapa extraíble que incluía, así que no pudimos hacer compra alguna.
Mientras esperábamos que se marchara algo de gente de la tienda de Vodafone que estaba llena nos comimos un pincho de tortilla que ni con la mayonesa se le quitaba el mal sabor.
Finalmente volvimos a la tienda y Berta eligió el Nokia 6210 Navigator, que está muy bien y se le quedaba en 9€.
De vuelta a casa, tomamos la precaución de cambiar la furgo de sitio ya que era la única que quedaba encima de la acera a esas horas. Como no se paga en zona azul desde el sábado a las 15:00 y eran las 13:00 fuimos a buscar un hueco y pagando dos horas ya la tendríamos bien estacionada. Encontramos un buen sitio en la parte trasera de Nuevos Ministerios, en la calle Agustín de Betancourt, así que la abandonamos ahí y nos fuimos a casa a esperar a Eva que tenía que volver de clase en breve.
Cuando nos juntamos todos, las chicas se encargaron de preparar una alcachofas con jamón y tomate riquísimas, que acompañamos con un poco de pescado en salsa de la Isa. Aunque lo hubiera agradecido bastante, no hubo lugar a echarse la siesta después de comer, ya que entre las dos hermanas se encargaron de arreglar el plan para esa tarde y acto seguido emprendimos las acciones necesarias para no conseguir poner unas baldas en el cuarto de Berta. Faltaban tirafondos y tacos del tamaño apropiado (había uno de cada madre) y preferimos esperar y tener todo del mismo calibre.
Cerca de las 18:00 nos marchamos a dar una vuelta por el centro y hacer unas compras. Aparte de los típicos zapatos que nunca pueden faltar en un día de compras que se precie, encontré la guía de Madrid en otra Casa del Libro.
En la plazoleta que hay frente al teatro Häagen-Dazs, estuvimos un rato curioseando entre los puestos de vendedores que había ese día y encontré un par de pulseras para mi muñeca derecha que llevaba unos días desnuda.
Volvimos a casa de nuevo en el metro, que tiene parada muy cerca del piso de Berta y que, pese a las reticencias que tenía hacia él, me convenció totalmente como un medio de transporte rápido y eficaz.
Ya en casa, pusimos la tele para que terminara de entrarnos el sueño y, cuando esto ocurrió rondando la media noche, nos fuimos a dormir.
Día 3: Madrid - Logroño
Distancia: 450 km // Tiempo: 4:15 h // Consumo: 39 L
Combustible: 35,49 € // Peajes: 9,50 € // Total: 44,99 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €
La mañana del domingo nos levantamos con mas calma. No había motivos para madrugar más de la cuenta ni para ir con prisas, así que nos despertamos poco a poco (tampoco demasiado tarde, serían las 9:30) y desayunamos con tranquilidad.
Tras el aseo pertinente y después de dejar el salón, que hacía las veces de dormitorio para Eva y para mi, nos fuimos a la calle a dar una vuelta por Madrid. En esta ocasión usamos el autobús, para ir hasta el Paseo de Recoletos, frente al Ayuntamiento.
Se celebraba la Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid y nos bajamos a curiosear por las casetas.
Ciertamente había ejemplares muy bonitos y algunos muy caros; llegamos a oír la cifra de los 300€ en uno de los puestos durante el transcurso de una transacción, refiriéndose a unidades concretas. Mientras tanto este dálmata se volvía loco con el agua de la fuente en la que se bañaba.
Nosotros no compramos nada, pero me quedé con las ganas de una guía de Logroño de hacía 40 años y de buscar algún mapa cartográfico antiguo, también de Logroño. En el caso de estos últimos de todos modos, el precio me pareció desorbitado ya que oscilaban sobre los 50€ la unidad.
Volvimos a casa caminando. Eva tenía ganas de pasear las calles de Madrid y le dimos el gusto en vista de que el día acompañaba. Recorrimos las calles de Recoletos, Génova y Santa Engracia para llegar al comienzo de Alonso Cano, que era nuestro destino.
Comimos pronto, para poder emprender el viaje de vuelta a Logroño a primera hora de la tarde y sin tener la comida recién tragada.
Salimos de casa de Berta sobre las 17:00 con intención de llegar a Logroño a eso de las 20:30 para pasar por casa de unos amigos. Pero, como se puede observar en los campos de los datos del itinerario, no nos llevó tres horas sino cuatro y pico.
En mi relajamiento propio de la vuelta a casa, me pase el desvío de Medinaceli... por 90 kilómetros. Tanto es así que el último tramo de autopista lo hicimos por la AP-68, entrando en la misma en Gallur, a unos 50 kilómetros de Zaragoza capital.
Total: llegada a Logroño pasadas las 21:30. Pero hay que ver el lado positivo y es que anduvimos por una zona por la que todavía no habíamos pasado.
Nos levantamos a desayunar unas tostadas acompañando a Eva y estuvimos con ella hasta que se fue a hacer el curso (entra a las 9:00) y luego nos volvimos cada mochuelo a su olivo hasta las diez y algo.
Ya despiertos y espabilados fuimos a hacer unos recados que tenía pendientes Berta. Empezamos por echar un ojo a la furgo al bajar a la calle, para mirar si ya se la había llevado la grúa. Visto que no era así, nos dirigimos a pie hasta la calle Orense donde está la tienda de Vodafone más próxima. Berta quería hacer un cambio a contrato.
Después de ver las ofertas, y mientras pensaba qué opción le convencía más, nos acercamos a la Casa del Libro que hay al lado, a unos cien metros calle arriba, en busca de una novela para ella y una guía de Madrid para mi. La novela no estaba y a la guía le habían apañado el mapa extraíble que incluía, así que no pudimos hacer compra alguna.
Mientras esperábamos que se marchara algo de gente de la tienda de Vodafone que estaba llena nos comimos un pincho de tortilla que ni con la mayonesa se le quitaba el mal sabor.
Finalmente volvimos a la tienda y Berta eligió el Nokia 6210 Navigator, que está muy bien y se le quedaba en 9€.
De vuelta a casa, tomamos la precaución de cambiar la furgo de sitio ya que era la única que quedaba encima de la acera a esas horas. Como no se paga en zona azul desde el sábado a las 15:00 y eran las 13:00 fuimos a buscar un hueco y pagando dos horas ya la tendríamos bien estacionada. Encontramos un buen sitio en la parte trasera de Nuevos Ministerios, en la calle Agustín de Betancourt, así que la abandonamos ahí y nos fuimos a casa a esperar a Eva que tenía que volver de clase en breve.
Cuando nos juntamos todos, las chicas se encargaron de preparar una alcachofas con jamón y tomate riquísimas, que acompañamos con un poco de pescado en salsa de la Isa. Aunque lo hubiera agradecido bastante, no hubo lugar a echarse la siesta después de comer, ya que entre las dos hermanas se encargaron de arreglar el plan para esa tarde y acto seguido emprendimos las acciones necesarias para no conseguir poner unas baldas en el cuarto de Berta. Faltaban tirafondos y tacos del tamaño apropiado (había uno de cada madre) y preferimos esperar y tener todo del mismo calibre.
Cerca de las 18:00 nos marchamos a dar una vuelta por el centro y hacer unas compras. Aparte de los típicos zapatos que nunca pueden faltar en un día de compras que se precie, encontré la guía de Madrid en otra Casa del Libro.
Después cenamos por 20€ una sartenada de huevos, patatas, pimiento verde y chistorra y 4 tostas variadas para los 3, en el Cañas y Tapas. Nos hartamos de zampar a un precio de risa.
Como colofón para esa tarde Eva y Berta habían comprado por internet, 3 entradas del teatro Fígaro para el monólogo de Nancho Novo, El cavernícola, donde se hace burla de las costumbres de los hombres y las mujeres, menos comprendidas por el otro sexo. Nos reímos un montón con las diferentes situaciones en las que el actor hace participe al público durante la interpretación con continuas preguntas y gestos cómplices.En la plazoleta que hay frente al teatro Häagen-Dazs, estuvimos un rato curioseando entre los puestos de vendedores que había ese día y encontré un par de pulseras para mi muñeca derecha que llevaba unos días desnuda.
Volvimos a casa de nuevo en el metro, que tiene parada muy cerca del piso de Berta y que, pese a las reticencias que tenía hacia él, me convenció totalmente como un medio de transporte rápido y eficaz.
Ya en casa, pusimos la tele para que terminara de entrarnos el sueño y, cuando esto ocurrió rondando la media noche, nos fuimos a dormir.
Día 3: Madrid - Logroño
Distancia: 450 km // Tiempo: 4:15 h // Consumo: 39 L
Combustible: 35,49 € // Peajes: 9,50 € // Total: 44,99 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €
La mañana del domingo nos levantamos con mas calma. No había motivos para madrugar más de la cuenta ni para ir con prisas, así que nos despertamos poco a poco (tampoco demasiado tarde, serían las 9:30) y desayunamos con tranquilidad.
Tras el aseo pertinente y después de dejar el salón, que hacía las veces de dormitorio para Eva y para mi, nos fuimos a la calle a dar una vuelta por Madrid. En esta ocasión usamos el autobús, para ir hasta el Paseo de Recoletos, frente al Ayuntamiento.
Se celebraba la Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid y nos bajamos a curiosear por las casetas.
Ciertamente había ejemplares muy bonitos y algunos muy caros; llegamos a oír la cifra de los 300€ en uno de los puestos durante el transcurso de una transacción, refiriéndose a unidades concretas. Mientras tanto este dálmata se volvía loco con el agua de la fuente en la que se bañaba.
Nosotros no compramos nada, pero me quedé con las ganas de una guía de Logroño de hacía 40 años y de buscar algún mapa cartográfico antiguo, también de Logroño. En el caso de estos últimos de todos modos, el precio me pareció desorbitado ya que oscilaban sobre los 50€ la unidad.
Volvimos a casa caminando. Eva tenía ganas de pasear las calles de Madrid y le dimos el gusto en vista de que el día acompañaba. Recorrimos las calles de Recoletos, Génova y Santa Engracia para llegar al comienzo de Alonso Cano, que era nuestro destino.
Comimos pronto, para poder emprender el viaje de vuelta a Logroño a primera hora de la tarde y sin tener la comida recién tragada.
Salimos de casa de Berta sobre las 17:00 con intención de llegar a Logroño a eso de las 20:30 para pasar por casa de unos amigos. Pero, como se puede observar en los campos de los datos del itinerario, no nos llevó tres horas sino cuatro y pico.
En mi relajamiento propio de la vuelta a casa, me pase el desvío de Medinaceli... por 90 kilómetros. Tanto es así que el último tramo de autopista lo hicimos por la AP-68, entrando en la misma en Gallur, a unos 50 kilómetros de Zaragoza capital.
Total: llegada a Logroño pasadas las 21:30. Pero hay que ver el lado positivo y es que anduvimos por una zona por la que todavía no habíamos pasado.
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