martes, 23 de marzo de 2010

Jaca (III)


Nuevamente nos levantábamos más o menos temprano, para desayunar y poder subir a la estación desde el primer momento del día. Pero esta mañana el desayuno iba a ser más multitudinario, ya que un buen montón de franceses, quizá en un viaje de trabajo, se alojaban en el hotel y eligieron la misma hora que nosotros para hacer la primera comida del día.
Nosotros a lo nuestro, coger bien de fuerzas para poder aguantar el mayor tiempo posible sin hacer paradas. Así que tostadas, fruta, algo de chocolate (unas napolitanas pequeñitas que estaban buenísimas) y el café, para tener energía y no hacer hambre en un buen rato.

Día 3: Jaca - Candanchú (retorno igual)
Distancia: 30 km // Tiempo: 25 min // Consumo: 3 L
Combustible: 2,84 € // Peajes: 0,00 € // Total: 2,84 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 50 € // Varios: 0,00 €

Nos volvimos a poner en carretera con ganas de llegar pero con calma, que las prisas no son buenas. Y en esta ocasión quedó ampliamente demostrado. Avanzábamos por la N-330 detrás de un autobús que posiblemente llevaba dirección a las estaciones como nosotros. Circulábamos con un ritmo tranquilo y dejando una prudente distancia de separación; desde que tengo la furgoneta mi forma de conducir es mucho más tranquila y previsora, se trata de una aparato de más de 2 toneladas poco estable y difícil de parar.
En un punto de bajada en recta en la que se podía acelerar un poco vimos como el spoiler superior del autobús se desprendía por completo y salía volando hacia nosotros. La suerte quiso que se soltase primero de un lado, el izquierdo, y después del otro, el del arcén, con lo que salió disparado hacia el borde de la carretera y pudimos sortearlo con un ligero movimiento hacia el centro de la calzada, pero si la trayectoria del elemento hubiera sido más centrada en el carril, nuestra luna (y quizás nosotros mismo) no seguiría entera. Fue un susto bastante grande y en la primera zona de adelantamiento permitido, rebasamos al vehículo a la par que le pitábamos y hacíamos indicaciones de que había perdido parte de la carrocería. Desconozco si volvió para recuperarlo o no.
Hicimos una breve parada en Canfranc, a visitar la Estación Internacional que se encuentra en restauración y sólo pudimos ver por fuera. Se trata de la segunda estación más grande de Europa detrás de la de Leipzig, en Alemania. Son 241 metros de largo con 300 ventanas y 156 puertas dobles y se levanta entre las colosales montañas impresionando al visitante que pasa frente a ella.

Se levantó entre 1915 y 1925 en acuerdo con el gobierno francés, en un intento de simbolizar la modernidad del nuevo siglo. En los años cuarenta vivió un periodo de cierre de 4 años a raíz de las diferencias entre el nuevo gobierno liberal de Francia y el ejecutivo militar de Franco. En esos años cobró un negro protagonismo, al ser parte fundamental de la ruta para el intercambio de volframio gallego con los nazis de Hitler, que se vio revertido en unas 20 toneladas de oro.
Desde 1970, año en el que un puente se derrumbo al paso de un tren de mercancías en el lado francés, el gobierno de este país decidió no utilizar más la línea y la estación permanece cerrada. En la actualidad, como ya apuntamos, está en restauración (la cubierta ya ha sido rehecha) pero el estado de conservación interior es muy malo. Aún así, la estampa que deja a los ojos del que se acerque es espectacular, y más con el paisaje nevado como nos tocó a nosotros.
Cuando llegamos a la estación el panorama era mucho más halagüeño que el día anterior. Se veían algunas nubes en las cotas más altas pero, en general, se veía bastante cielo y daba la impresión de que el día levantaría y se quedaría muy agradable.

Nos vestimos y preparamos el equipo tranquilamente, con cuidado de mirar todos los tornillos uno a uno para no repetir el susto del día anterior. Comenzamos nuevamente en el sector Tobazo, haciendo la pista completa desde de la cota superior, y después decidimos pasar de nuevo hacia la otra parte de la estación. Sin embargo ese día no iba a ser posible. La acumulación de nieve y el viento forzaban a mantener cerrado al público Rinconada y la Zona Tuca, con lo que tuvimos que pasar el día entero en las mismas pistas .
Como el tema de investigación no daba para mucho invertimos algo de tiempo en buscar puntos divertidos en los pocos kilómetros que teníamos a nuestra disposición aunque, dada la fisionomía de Candanchú, no había mucho donde rascar. Un par de puntos donde levantar nieve acumulada, dos pequeñísimos cortados y un ventero que se podía aprovechar como rampa y que nos hizo a los dos sentir la nieve dentro de la ropa un par de veces.
Acabamos pronto el tiempo de snowboard, en torno a las 14:00. Eva tenía dolores en la rodilla y lo mejor que podíamos hacer, visto el plan que había, era guardar fuerzas para el día siguiente. Lo único que hacíamos si no, era subir y bajar siempre las mismas pistas y arriesgar a que se lesionara seriamente.
Antes de ir a Jaca paramos junto a la Torre de los fusileros.

Es una construcción de sillería de planta elíptica defendida con un foso, guardando un cierto parecido con las fortificaciones medievales que todos tenemos en la imaginación. Se levantó con motivo de la ejecución de la nueva carretera que sustituía el camino de comunicación con el país vecino. En la vertiente francesa, la carretera estaba guardada por el fuerte de Portalet, lo que dio lugar al término de la carretera a este lado de la frontera, en 1876, a levantar dos torres gemelas de la que solo queda en pie la que se ve en las fotos. Este proyecto del comandante capitán José San Gil alojó a 25 hombres cubriendo todas sus necesidades.
En la actualidad se está buscando un uso digno para la torre, que se mantiene en su emplazamiento original gracias a la intervención de los vecinos reclamando que no fuera trasladada por piezas a otro lugar.

Era un día frío y el viento sopla fuerte en ese punto tan estrechamente franqueado por las montañas, así que hicimos la correspondiente visita y nos fuimos a buscar el calorcito de la habitación del hotel.
Después de comer algo y darnos sendas duchas, nos permitimos el lujo de acostarnos un rato para mantener intactas las energías. Con el conocimiento de que el horario de visitas de la ciudadela acababa a las 19:00, hicimos cuentas para intentar estar allí por lo menos con media hora de antelación. Con una visita rápida nos valía. Pero estaba visto que en este viaje no íbamos a poder verla. Eran las 18:30 sin dar cuando veíamos delante de nuestras propias narices como cerraban las puertas hasta el día siguiente. Y como nosotros otros 2 ó 3 grupos que tenían intención de acceder al recinto.
Así las cosas empleamos algo de tiempo en ver y fotografiar los ciervos que hay en el foso de la ciudadela de la que no cuento nada en esta ocasión por que hemos hecho mala leche al no poder visitarla. Habrá que volver en otra ocasión para conocerla por dentro.

En vista de que por tercera vez se truncaban nuestros planes, dimos un paseo para hacer hambre antes de la hora de la cena. Sin mucho entusiasmo puesto que ya habíamos recorrido casi la totalidad del casco antiguo en los días precedentes, caminamos arriba y abajo hasta que consideramos oportuno ir al restaurante del primer día, el Aledaños.
Cenamos fuerte, quizás demasiado, a base de una tosta, un bocadillo de lomo y queso, unas bravas y unas croquetas al cabrales. Todo muy bueno y con un coste de menos de 25€ acompañado con un par de rondas de bebercio para cada uno.
Con un pequeño paseo de vuelta al hotel dimos por terminada la jornada, algo fastidiados por quedarnos sin ver la ciudadela a la que tantas ganas le teníamos antes de llegar.

1 comentario:

  1. Hola, hola!

    Muy chula la tercera parte... Que pasada el ciervo saliendo posando. Nosotros seguramente para el puente de semana santa pasaremos por Canfranc, ya que pasaremos cerca.

    Muy chulas las fotos. Un saludete enorme.

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