Contrariamente a lo esperado conseguí dormir esa... noche. Y más de lo previsto. Pachi golpeaba la ventana de la furgo pasadas por poco las doce del mediodía.
Llamó a Tato y, juntos, desayunamos a base de batidos y Mañanitos. Poco después y sin conocer los horarios que se llevan en la prueba deportiva, nos encaminamos hacia el Puente del Sella, línea de llegada de la conocida prueba. Tal era nuestro desconocimiento que llegamos justo para ver como los participantes iban atracando sus embarcaciones para marcharse.
Como no había mucho que ver allí, bajamos a la playa, a donde empezaba a bajar la gente para comer o después de haberlo hecho. Nosotros aguantamos un rato nada más porque el hambre llegaba a nuestros estómagos. Compramos pan y agua y volvimos a nuestro campo base.
Preparamos un pulpo a la gallega para ir picando
mientras se hacía la pasta, que supondría nuestro plato fuerte. Después se imponía una siesta. Yo estaba hecho polvo.
Nos levantamos a media tarde y estuvimos un rato haciendo nada hasta la hora de la cena. Comimos lo que quedaba del mediodía y nos montamos un refugio improvisado con un toldo bajo el portón de la furgoneta, ya que se puso a llover con fuerza. Y ya no pararía prácticamente en toda la noche, con lo que no pudimos salir. Nos metimos los 3 a dormir en la cama de la furgo cuando ya llevaba una hora y media cayendo agua sin parar. Y como nosotros mucha gente que incluso cogía el coche y se marchaban hacía sus casas.
Llamó a Tato y, juntos, desayunamos a base de batidos y Mañanitos. Poco después y sin conocer los horarios que se llevan en la prueba deportiva, nos encaminamos hacia el Puente del Sella, línea de llegada de la conocida prueba. Tal era nuestro desconocimiento que llegamos justo para ver como los participantes iban atracando sus embarcaciones para marcharse.
Como no había mucho que ver allí, bajamos a la playa, a donde empezaba a bajar la gente para comer o después de haberlo hecho. Nosotros aguantamos un rato nada más porque el hambre llegaba a nuestros estómagos. Compramos pan y agua y volvimos a nuestro campo base.
Preparamos un pulpo a la gallega para ir picando
mientras se hacía la pasta, que supondría nuestro plato fuerte. Después se imponía una siesta. Yo estaba hecho polvo.
Nos levantamos a media tarde y estuvimos un rato haciendo nada hasta la hora de la cena. Comimos lo que quedaba del mediodía y nos montamos un refugio improvisado con un toldo bajo el portón de la furgoneta, ya que se puso a llover con fuerza. Y ya no pararía prácticamente en toda la noche, con lo que no pudimos salir. Nos metimos los 3 a dormir en la cama de la furgo cuando ya llevaba una hora y media cayendo agua sin parar. Y como nosotros mucha gente que incluso cogía el coche y se marchaban hacía sus casas.
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