DÍA 5: Ordino - Logroño
Distancia: 484 km // Tiempo: 6 h // Consumo: 46 L
Combustible: 39,56€ // Peajes: 0,00€ // Total: 39,56€
Itinerario VíaMichelín
Itinerario VíaMichelín
Hoy si que no tuvimos prisa para levantarnos. La justa para no quedarnos sin desayunar, digamos que nos pondríamos de pie a eso de las 9:30 para bajar directamente al comedor.
Desde luego seguí el hábito que tuve todos los días en el hotel: desayunar huevos con bacon y una tostada con mantequilla y mermelada.
Había caras nuevas en las mesas, gente que había llegado la noche anterior para pasar el fin de semana en la zona. Nos daban envidia. Queríamos seguir allí. Habían sido cuatro días tan relajados y tan relajantes.
Poco más teníamos que hacer allí y, como queríamos intentar aprovechar el día, nos pusimos a hacer las maletas tranquilamente y nos dimos una ducha antes de salir.
Finalmente no pasamos ese día en Andorra la Vella y creo que fue una buena decisión. Al circular por las calles de la capital del Principado
se veía bastante tráfico pero no parecía nada anormal. Sin embargo, en las afueras la cosa pintaba diferente: la fila de coches llegaba hasta bastante más allá de la frontera.
¡Hablando de la frontera! Nos pararon... y nada más. El guardia civil nos pidió que abriésemos el maletero y preguntó si sacábamos alcohol o tabaco. Le dimos una negativa y al mirar al interior y ver todos los bártulos que transportábamos (equipos de snow, caja con comida, maletas, portátil, sacos,...) se le quitaron las ganas de inspeccionar más a fondo.
No volvimos a desaprovechar nuestro paso por el pantano de Oliana, como ya hicimos en el viaje de ida. Nos detuvimos y sacamos un par de fotos, aunque, lamentablemente, ese día la luz no acompañaba y poco pudimos hacer.
Desde allí hasta casa no hicimos más paradas, salvo para cambiar de conductor. Variamos el itinerario de regreso con respecto al de la ida. Bajamos hasta Lleida siguiendo, respectivamente, la C-14, la C-26 y la C-13, al revés de como lo habíamos hecho 4 días antes. El cambio más significativo vendría aquí, en el tramo hasta Zaragoza, que en esta ocasión haríamos directamente por la Autopista del Nordeste (AP-2) que es absolutamente gratis y por la que circulamos un tiempo por delante de una T3 verde muy bonita.
En la zona de Zaragoza nos perdimos (asumo toda la culpa, para ser sinceros) como ya era una tradición en los viajes que yo hacía con mi familia a Peñíscola y Benidorm.
De Zaragoza a Logroño quisimos probar la carretera nacional (N-232), que conocía de sobra, ya que no teníamos prisa alguna. Craso error. No por la carretera sino, quizás, por el momento de entrar en ella, ya que unos kilómetros más adelante encontramos un hombre que circuló en todo momento a 70~80km/h incluso en recta. Y, para más INRI, no encontramos ni una sola línea discontinua para poder adelantar en los 15 ó 20 kilómetros que lo llevamos delante.
Llegamos a casa a eso de las 16:30 sin haber comido en condiciones y como no teníamos muchas ganas de ponernos a manchar cacharros, ingerimos la última comida del viaje en forma de kebab.
Desde luego seguí el hábito que tuve todos los días en el hotel: desayunar huevos con bacon y una tostada con mantequilla y mermelada.
Había caras nuevas en las mesas, gente que había llegado la noche anterior para pasar el fin de semana en la zona. Nos daban envidia. Queríamos seguir allí. Habían sido cuatro días tan relajados y tan relajantes.
Poco más teníamos que hacer allí y, como queríamos intentar aprovechar el día, nos pusimos a hacer las maletas tranquilamente y nos dimos una ducha antes de salir.
Finalmente no pasamos ese día en Andorra la Vella y creo que fue una buena decisión. Al circular por las calles de la capital del Principado
se veía bastante tráfico pero no parecía nada anormal. Sin embargo, en las afueras la cosa pintaba diferente: la fila de coches llegaba hasta bastante más allá de la frontera.
¡Hablando de la frontera! Nos pararon... y nada más. El guardia civil nos pidió que abriésemos el maletero y preguntó si sacábamos alcohol o tabaco. Le dimos una negativa y al mirar al interior y ver todos los bártulos que transportábamos (equipos de snow, caja con comida, maletas, portátil, sacos,...) se le quitaron las ganas de inspeccionar más a fondo.
No volvimos a desaprovechar nuestro paso por el pantano de Oliana, como ya hicimos en el viaje de ida. Nos detuvimos y sacamos un par de fotos, aunque, lamentablemente, ese día la luz no acompañaba y poco pudimos hacer.
Desde allí hasta casa no hicimos más paradas, salvo para cambiar de conductor. Variamos el itinerario de regreso con respecto al de la ida. Bajamos hasta Lleida siguiendo, respectivamente, la C-14, la C-26 y la C-13, al revés de como lo habíamos hecho 4 días antes. El cambio más significativo vendría aquí, en el tramo hasta Zaragoza, que en esta ocasión haríamos directamente por la Autopista del Nordeste (AP-2) que es absolutamente gratis y por la que circulamos un tiempo por delante de una T3 verde muy bonita.
En la zona de Zaragoza nos perdimos (asumo toda la culpa, para ser sinceros) como ya era una tradición en los viajes que yo hacía con mi familia a Peñíscola y Benidorm.
De Zaragoza a Logroño quisimos probar la carretera nacional (N-232), que conocía de sobra, ya que no teníamos prisa alguna. Craso error. No por la carretera sino, quizás, por el momento de entrar en ella, ya que unos kilómetros más adelante encontramos un hombre que circuló en todo momento a 70~80km/h incluso en recta. Y, para más INRI, no encontramos ni una sola línea discontinua para poder adelantar en los 15 ó 20 kilómetros que lo llevamos delante.
Llegamos a casa a eso de las 16:30 sin haber comido en condiciones y como no teníamos muchas ganas de ponernos a manchar cacharros, ingerimos la última comida del viaje en forma de kebab.
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