Esta semana de vacaciones no quisimos hacerla muy cansada y tras la visita a León [ENLACE] y el día de escalada en Sena de Luna [ENLACE], decidimos hacer escala en Gijón, ciudad con la que Eva se había quedado con muy buen sabor de boca en una visita anterior.
GIJÓN
Habíamos planeado esta jornada de las vacaciones de manera que pudiésemos asearnos en condiciones y dormir cómodamente, para lo que reservamos una noche en el hotel La Polar [ENLACE]. Situado frente a la estación de tren que están soterrando y a 5 minutos a pie de la playa de Poniente, era un buen punto de partida para visitar la ciudad.
Como llegamos a Gijón a la hora de comer, hicimos el check-in de la habitación y nos fuimos a buscar un restaurante. Comimos en el La mar de tapas, lugar que tengo que recomendar sin duda: muy buena comida y una gran profesionalidad de los trabajadores.
Después de una pequeña siesta, nos pusimos en marcha comenzando por la playa de Poniente. Un día soleado pero con un aire fresco que hizo que no fueran muchos los que se animasen a tumbarse al sol... aunque bien es cierto que era martes.
Subimos hacia Cimavilla, pasando por delante de la escultura de Gijón, la que está formada por las letras del nombre de la ciudad. Estuvimos un rato viendo a los skaters haciendo trucos en el park de la ciudad y ascendimos hacia el parque del Cerro de Santa Catalina, donde se encuentran los restos de una batería para defender la ciudad. Allí está también la estatua de Chillida, Elogio al horizonte. La brisa allí ayudaba a soportar los rayos del sol.
Bajamos hacia la playa de San Lorenzo, pasando por delante del Real Club Astur de regatas y de la Iglesia de San Pedro. La marea alta se había comido la playa casi por completo, apenas unos cientos de metros de arena podían verse en su parte oriental, y el mar golpeaba con fuerza los muros del paseo.
Recorrimos la playa de cabo a rabo y pasamos sobre el río Piles, para ir a la zona donde los jóvenes de la ciudad se reunen a tomar algo. Muchos bares y terrazas por la Avda. de José García Bernardo. Seguimos andando hasta que nos cansamos y estuvimos un rato sentados viendo el mar antes de dar la vuelta y desandar lo andado.
Nos metimos a callejear la zona centro: la Plaza Mayor, la casa de Jovellanos, las terrazas a rebosar,... Terminamos sentándonos en un bar a comernos una ración de pulpo a la gallega riquísima y unos vinos, aunque a un precio bastante elevado, en el Bar Entreplazas.
FOTOS DE GIJÓN
Tumbado en la playa al sol seguro que se estaba bien, pero por el paseo corría una brisilla fresca...
Los valientes playeros buscaban el cobijo frente al viento tras las paredes del Centro de Talasoterapia.
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