viernes, 25 de septiembre de 2009

Delta del Ebro - Peñíscola (y II)

Día 2: Peñíscola
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €
Llegamos a Peñíscola justo para sentarnos a comer en el restaurante Mr. Rabbits, en la urbanización Peñismar. Es el lugar donde comemos siempre, todos los días, cuando pasamos los días allí. Un menú del día por 10€ sin grandes pretensiones pero con generosas cantidades, el plato de ensalada cortesía de la casa mientras esperas a ser servido y un chupito de manzana, también regalado, al finalizar la comida, hacen que este sea el elegido por nosotros y por muchísima gente que cada día llena su terraza.
Se dilató bastante la comida a causa del lleno del que hacían gala las mesas del restaurante, cosa que nos vino de perlas ya que no nos darían las llaves del apartamento hasta las 17:00.
Siempre elegimos el complejo de apartamentos Peñíscola Azahar, a medio camino entre Benicarló y el casco viejo de Peñíscola. Hace años tenía una playa de piedras enfrente (está en primera línea) pero este pueblecito se encuentra en una renovación constante que le ha llevado a contar con un arenal de 6 kilómetros y un paseo que lo recorre completamente.
Cogimos las llaves de nuestro apartamento en el edificio situado en el centro de la parcela

No es el más cercano al mar pero a una altura adecuada se obtienen unas magníficas vistas y se evitas los incómodos mosquitos procedentes de las charcas que recorren el parque de enfrente.
Mientras mis padres se acercaban al Mercadona de Benicarló a hacer acopio de provisiones, Eva y yo nos dedicábamos a la ardua tarea de echar la siesta. Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo.
Preparamos una pequeña merienda de picoteo, que acabaría juntándose con la cena, ya que estábamos todos un poco cansados. Con la tontería pasamos cuatro horas sentados en la terraza rajando sin parar y bebiendo cervezas y vino. Casi a medianoche el sueño pudo con nosotros y nos condujimos cada uno a su cama a hacer seda.

Día 3: Peñíscola
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €
A falta del cotidiano sonido del despertador, nos levantamos sin madrugar pero sin abusar. Deasyunamos mientras la neblina matutina todavía daba una impresión borrosa a los rayos del sol que se iba elevando sobre el mar.
Dentro de lo poco amigo de hoteles que soy y de que prefiero montaña que playa, tengo que admitir que la terraza frente al mar es algo que me encanta. Desayuno, almuerzo, comida, merienda, cena, charlas, partidas de cartas, lectura,... todo tiene cabida para ser hecho en un terraza. Si obstante, también debo apuntar que disfrutaría lo mismo o más haciéndolo bajo el toldo de la furgo sentado en mis sillas de camping.
Hizo bastante viento toda la mañana pero la cita con la playa cuando estás en la costa es como la misa de los domingos (para quién lo haga), hay que ir. Además no cuesta nada cuando sabes que vas a poder elegir emplazamiento sin problema ya que en estas fechas sobra sitio.
Después de los pertinentes baños (de sol y de agua) volvimos al apartamento para ducharnos y bajar al restaurante a meternos entre pecho y espalda la paella de marisco que habíamos encargado. Nos costó conseguir mesa incluso teniéndola reservada, pero es que al ser domingo, se había multiplicado el número de clientes.
Evidentemente, después del chaparrón caído lo único que se podía hacer era dormir. O cuando menos tumbarse. La verdad es que la vida en la playa llega a basarse en satisfacer los instintos primarios. Y a menudo, eso, te llena de una felicidad muy básica pero plena.
Esa tarde sí que la aprovechamos para ir a dar una vuelta por el pueblo. El casco antiguo de Peñiscola es muy bonito y se encuentra muy bien conservado.

La mayoría de las fachadas de las pequeñas casitas aparecen pintadas en el típico color blanco para evitar la concentración del calor por la acción del sol. Las calles son muy empinadas y todas de piedra, notándose en las más importantes las huellas del paso de las carretas en su tiempo.
Este es el punto comercial de referencia en la ciudad pero a estas alturas del año ya aparecían muchos puestos cerrado e incluso había más de uno vacío. No pasaba así hacía unos años, en los que todos los bajos tenían su tienda de recuerdos, su joyería o su chiringuito.
Estuvimos viendo el desfile de los Moros y Cristianos, conmemorativo de la Reconquista de la península, que llena de color y sonido todo el entorno del castillo.

Lo seguimos hasta la playa, donde antes de entremezclarnos con los pintores ambulantes, dediqué unos minutos a sacar una panorámica del castillo

que complementase a la que había sacado un rato antes desde una de sus almenas.

Desde allí nos marchamos a por el coche que teníamos aparcado cerca del Palacio de Congresos y volvimos al apartamento justo para cenar. Una nueva sesión de terraza, picoteo, vino y charla sin descanso pusieron punto y final al segundo día en Peñíscola.

Día 4: Peñíscola - Logroño
Distancia: 437 km // Tiempo: 5:00 h // Consumo: 40 L
Combustible: 34,80 € // Peajes: 18,30 € // Total: 53,10 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €

Itinerario VíaMichelín
El último día nos levantamos con más tranquilidad aún. Habíamos estirado un poco más la noche y eso se notó a la hora de ponerse en pie.
Desayunamos como de costumbre mirando al mar, deslumbrados por el reflejo del sol en el agua. Me encantan esos momentos en los que puedes estar mirando la actividad de una ciudad sin que oigas ruidos de coches, sirenas, gente,... Es como ser un mero espectador.
Aprovechamos el último día de playa, seguramente de todo el año, bajando un rato al mismo punto de siempre, frente a la Hostería del Mar.
Un baño, un poco de lectura, tumbarse al sol,... actividades típicas en un lugar como este, hasta la una del mediodía en que recogimos los bártulos para ir a comer. Eva y yo nos volvíamos a Logroño por la tarde y no quería retrasar mucho la hora de salida, así que adelantamos la hora de la comida.
Llevábamos intención de comer ligero, para evitar la sensación de pesadez y amodorramiento durante el viaje, pero poco caso nos hicimos a nosotros mismos. Lo único que pudimos hacer fue acabar la comida con un cafecito para espabilar.
Salimos pasadas con mucho las 16:00, con intención de rodar todo lo posible por carretera nacional evitando los peajes. Fuimos de Peñíscola a Sant Carles de la Rápita, en el sentido contrario que hacía un par de días, y continuamos igual hasta Bujaraloz. Suelo elegir este camino porque han hecho obras en el firme y han dejado muchos kilómetros de carretera muy buena y además está poco transitada, ya que gran parte del tráfico lo asume la Autopista Zaragoza-Lleida. Hace 10 o 12 años, conducir por según que tramos de ese mismo itinerario, podía propiciar una parada por un mareo con bastante facilidad.
Efectuamos una parada y cambio de conductor en una gasolinera en Batea donde aprovechamos para visitar los servicios y comprar algo de merienda, mientras seguíamos lamentando el haber tenido que volver a casa y no poder permanecer unos días más de vacaciones.
En Bujaraloz ya decidimos coger la autopista y hacer el viaje exactamente al revés de como lo habíamos hecho a la ida. Por aquí el tráfico si que se incrementa sustancialmente y la mayor parte de los ocupantes de la vía son transportes que usan una de las vías de comunicación más saturadas, el eje Zaragoza-Bilbao.
Haciendo un nuevo cambio de conductor, cuando ya habían pasado unos 60 kilómetros de Zaragoza, nos encaminamos irremediablemente a lo que serían las horas precedentes a la vuelta al tajo.


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martes, 22 de septiembre de 2009

Delta del Ebro - Peñíscola (I)


Viene de largo, en mi caso podría decir casi sin exagerar que de toda la vida, que mi familia emplee la 2ª quincena de Septiembre incluyendo por tanto la semana de San Mateo, para irse de vacaciones.
Yo estuve desde los 18 sin hacerlo pero ya el año pasado nos marchamos los primeros días y este año lo hicimos de nuevo.
Como mis padres siguen haciéndolo todos los años, volviendo a Peñíscola para tener el merecido descanso, aprovechamos para tener un lugar donde alojarnos y poder hacer otra escapada de fin de semana. Este finde sería más largo ya que salimos el viernes por la tarde y teníamos el lunes de fiesta por ser el día grande de las fiestas.

A partir de este viaje incluyo otros tipos de gastos, para tenerlos mejor controlados. Los divido en Alimentación, Alojamiento y Varios.


Día 1: Logroño - Poble Nou del Delta
Distancia: 407 km // Tiempo: 5:00 h // Consumo: 38 L
Combustible: 33,06 € // Peajes: 18,30 € // Total: 51,36 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €

Itinerario VíaMichelín
Salimos de casa muy tarde, a las 19:30, consecuencia del horario laboral partido que Eva tenía ese viernes. No es que fuese absolutamente necesario salir ese día ya que contábamos con el lunes para estirar el fin de semana, pero nos daba la posibilidad de anotar una nueva pernocta en la furgo y ganar unas cuantas horas de visita mientras mis padres viajaban durante la mañana del sábado.
Cubrimos la primera mitad del viaje por vías rápidas, para ganar tiempo e invertir en seguridad ya que llovía con ganas en la zona norte de la península. Llegamos a Zaragoza por la AP-68, y tomamos dirección Lleida por la AP-2 / E-90.
En vista de la mejor climatología en la zona salimos de la autopista en Bujaraloz, poco después de haber parado en un área de servicio a llenar el estómago y cambiar el agua.
Unos minutos antes recordé la primada que pagamos en Junio al entrar en la autopista en la primera salida y salir en la segunda (pinchar para ver en grande)

Son apenas 1.500 metros que cuestan 2,45€ (creo recordar).
Hicimos el resto del camino por carreteras nacionales o comarcales, siguiendo la A-221 que se convierte en C-221 al entrar en Cataluña. Recorrimos todos los pueblos que recordaba de todos los veranos anteriores: Caspe, Maella, Gandesa, Tortosa, Amposta son los más reconocidos pero no los únicos.
Llegamos a Sant Carles de la Rápita rondando las 00:00, por la N-340 desde Amposta. Buscamos un furgoperfecto que yo creía ubicado en este municipio pero que finalmente recordaría en Poble Nou del Delta.
Cuando ya caí en la cuenta de que nos encontrábamos en el lugar equivocado buscamos la manera de llegar a nuestro destino. Las carreteras son estrechas y con el asfalto en mal estado y recorrerlas por primera vez de noche te obliga a llevar mucho cuidado.
Encontramos el parking en el que pasaríamos la noche y colocamos la furgo en el lugar y posición que consideramos más apropiados. Sería la primera noche durmiendo en la calle para Eva y esto da una sensación de vulnerabilidad que intentamos combatir colocándonos bajo una farola y frente al portal de una casa en la que comprobamos que había gente en ese momento.
Recenamos y preparamos la cama para ir a dormir. Ya había pasado de largo la media noche y el día había sido largo, así que, tapados con los sacos de dormir, nos quedamos lentamente dormidos.

Día 2: Poble Nou del Delta - Sant Carles de la Rápita - Playa del Trabucador - Peñíscola
Distancia: 120 km // Tiempo: 5:00 h // Consumo: 10 L
Combustible: 8,70 € // Peajes: 0,00 € // Total: 8,70 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 6,60 € // Varios: 0,00 €

Nos despertó la luz del sol cerca de las 9:00 y llevaba ya en el horizonte un buen rato. Aún así estuvimos alargando el momento de abandonar la cama mientras veíamos el amanecer (ya avanzado desde luego). Esta es una de las mejores recompensas de viajar de esta forma: puedes ver el amanecer completamente apenas alargando un poco el brazo.
Una vez nos sentimos plenamente conscientes, estiramos un poco las piernas por el parking

Buscamos una cafetería en el pueblo, pero como no vimos nada suficientemente sugerente nos acercamos a Sant Carles de la Rápita, que habíamos constatado horas antes que tiene mucha más actividad.
Nos sentamos en la terraza del bar Lo Xicago, en la Avinguda dels Alfacs, un lugar de estos en los que destaca la decoración ultra-modernista que tanto se llevan ahora.

Pedimos un bocatita de jamón, un croissant, un zumo natural y un café. Todo muy bueno y por 6,60€ (que a la postre serían todos nuestros gastos, desplazamientos aparte), que incluyeron el pisete matinal de rigor.
Para hacer tiempo mientras llegaban mis padres, nos encaminamos a rodar por los caminos de la parte más meridional del delta, la que engloba las lagunas de l'Encanyissad y La Tancada.
Es precioso circular entre los arrozales (en lo que ya se empezaba a recoger el arroz, merced a las huellas que presentaban algunos campos)

y ver la fauna ornitológica que los habita y eso que no pillamos la mejor temporada para ello. Vimos unas cuantas zancudas que no se dejaban acercar demasiado

y algún que otro cangrejo de río en las acequias de los huertos pero creo que entran en otro tipo de clasificación.
Llegamos hasta la Casa de Fusta (+), en la que se encuentra el Centro de Información del Parque Natural del Delta de l'Ebre. Hicimos una breve visita, en la que aprendimos cómo se levantan las barracas típicas de la zona. Ésta fue una de las que más nos gustaron:

Seguimos en dirección a la playa del Trabucador que es una estrecha lengua de tierra que lleva hasta la Reserva Natural de la Punta de la Banya. Recorrimos todo el tramo con la furgo ya que la tierra está dura en el centro y admite el tráfico rodado.
Fue éste un gran descubrimiento. Tanto la playa como la punta a la que conduce son un remanso de paz solo ocupado por pescadores y paseantes, muy lejos de el ajetreo de las playas populares y masificadas que tanto abundan en latitudes cercanas.
Vimos otras campers y AC's que parecían haber hecho noche allí en contra de lo que se puede leer en los carteles de entrada a la playa. Quizá por la época en la que estamos son más permisivos en estos aspectos.
Las imágenes hablan por sí solas:



Aquí estuvimos paseando un poco y haciendo fotografías de todo hasta que llegaron mis padres pasado ya el mediodía.
Nos juntamos en el centro del estrecho y allí nos estuvimos bañando un poco saboreando la más que buena temperatura del agua. Después de coger unas cuantas almejas de las que por allí abundan, almorzamos un poco de tortilla de patata y emprendimos el viaje hacia Peñíscola.


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lunes, 14 de septiembre de 2009

Foz de Lumbier

Preparamos este fin de semana lo que se dice a última hora. Eva y yo sabíamos que íbamos a irnos, pero Isra y Eva M. no lo decidieron hasta una hora antes de salir. Iba a ser la primera experiencia en un camping de Eva M. y, como les suele pasar a los que no lo han probado, no sabía qué se encontraría.
Generalmente se tiende a pensar, por desconocimiento, que en los campings no tienes ningún tipo de comodidad y que es como vivir en la calle o algo parecido. Nada más lejos de la realidad ya que, si bien no tienes 4 paredes y un techo (podrías tenerlo también) dispones de WC, duchas, lavaderos, tendederos, cafetería, restaurante, zona de juegos, piscina,... y todo lo que pidas si buscas un poco.
En este caso solo buscamos proximidad al lugar al que íbamos y pasamos de lujos.

Día 1: Logroño - Lumbier
Distancia: 120 km // Tiempo: 1.20 h // Consumo: 10 L
Combustible: 9,70 € // Peajes: 0,00 € // Total: 9,70 €
Itinerario VíaMichelín
Con todo el mundo decidido (unos más, otros menos) emprendíamos la marcha poco antes de las seis de la tarde, en dos coches en previsión de lo que pudiéramos necesitar al día siguiente.
El trayecto es sumamente cómodo, prácticamente íntegro por autovía, siguiendo la A-12 de Logroño a Pamplona y tomando la A-15 y la A-21 ya encaminados hacia Lumbier. Ésta última está ejecutada hasta escasos 10 kilómetros del citado municipio y habrá que abandonarla para tomar la carretera de Aibar, la NA-150.
Como llegamos con tiempo, nos acercamos hasta el Centro de Interpretación de las Foces, donde solicitamos algo de información sobre las mismas y el chico que estaba allí se ganó nuestra simpatía por su buen hacer en el menester de la información. No visitamos la zona de exposición porque teníamos cierta prisa por llegar al camping.
Nos alojamos en el camping Iturbero (guía FECC) que se encuentra a escasos 2 kilómetros del pueblo. No tuvimos problema ninguno para conseguir plaza porque a estas alturas del año ya no tenían casi ocupación.
No es un camping de 1ª categoría ni mucho menos, pero nos sirvió perfectamente para pernoctar la noche del viernes al sábado. Para estancias más largas quizá preferiría unos baños más arregladitos, estos estaban limpios pero había detalles que los desmerecían: carencia de aro de asiento en los retretes, espejos rotos, agua caliente a medias,... Pero por los poco más de 8€ por persona que nos costó (incluyendo la furgo, una tienda, un coche y 4 personas) poco más se puede pedir.
Montamos la tienda, una Decathlon T4.2 modelo antiguo, en una parcela cercana a los servicios dejando la furgoneta al fondo y el coche delante. Creo que de todas las veces que he puesto esa tienda es de las que mejor ha quedado.
Aprovechamos para inflar el colchón y meterlo en su habitación en la tienda y colocamos los equipajes en la otra habitación. El primer susto llegó al ver que no había tapones para el colchón, con lo que improvisamos unos con un pañuelo de papel.
Una vez que nos hubimos instalado, pusimos las mesas y cenamos a base de embutido y conservas varias para no tener que cocinar. Preferimos dejar eso para el día siguiente.

Después de un rato de charla nos marchamos a dormir. Eramos los únicos que seguían despiertos en el camping, o por lo menos a los únicos que se les notaba.
Segunda sorpresa en forma de colchón desinflado (¿acaso alguien pensaba que un Cleenex taparía la salida del aire?). Como yo tenía un par de almohadas inflables en el cajón de la furgo, usamos sus tapones para encajarlos en los huecos del colchón.
Montamos la cama y nos fuímos a dormir con un fresquito tirando a frío.

Día 2: Foz de Lumbier y Foz de Arbayún
Como el día anterior decidimos hacer la visita a la Foz de Lumbier en lugar de la de Arbayún ( que se hace por el agua y se necesita que dé el sol), madrugamos un poco para poder aprovechar más el día.

Nos levantamos a las 8:00 para ir desayunando, aseándonos y vistiendonos poco a poco, pero llegaba la hora de la tercera sorpresa. Aparte de que Isra y Eva habían dormido en el suelo porque el colchón se había deshinchado, las hormigas lo habían invadido todo: nevera, caja con comida, maletas, habitaciones de la tienda,... todo.

Poco a poco fuimos retirando todas las que fue posible pero costó bastante y además no pudimos con todas.
Para bien que salíamos del camping eran las 10:00 pasadas. Estaba dentro de lo tolerable pero ya nos hacía pensar en ir apremiando.
Llegamos al parking, considerado un furgoperfecto en el foro furgovw, siguiendo la carretera de la Foz

y dejamos el coche estacionado pagando los 2€ pertinentes.
Optamos por hacer el itinerario más largo, que, en su primera parte, rodea la foz por las laderas adyacentes. Plantea un recorrido de 5,5 kilómetros y 175 metros de desnivel que hay que salvar casi en su totalidad en los primeros mil metros. Se puede completar la vuelta en dos horas y media contando los obligados descansos para observar el medio.
El desfiladero fue tallado por el río Irati y se cruza siguiendo la antigua plataforma del tran Irati, que fue el primer tren eléctrico de la península y que unía Pamplona con Sangüesa.
A lo largo de sus 1.300 m de longitud se pueden ver numerosas aves anidadas en sus escarpadas paredes. Nosotros pudimos recrearnos con los alimoches y roqueros, pero es posible observar buitres leonados y quebrantahuesos.


La entrada y la salida a la foz se lleva a cabo a través de sendos túneles, en los que reina la oscuridad total y que aún conservan parte de los herrajes necesarios para la catenaria de la vía. Cerca del más meridional de los dos, se conserva parte del Puente del Diablo, parcialmente destruido durante la Guerra de la Independencia.
Acalorados y algo cansados volvimos al camping a darnos una ducha. Primero las chicas mientras nosotros empezábamos a desmontar todo el campamento, que nos ayudaron a terminar de recoger. Luego los chicos, mientras ellas preparaban la comida: huevos fritos y salchichas.
Comimos acompañados de moscas, abejas y nuestras compañeras las hormigas y en una hora ya habíamos dejado todo listo para poder marchar.
A la salida nos despedimos del dueño del camping (o el que lo lleva) que aprovechaba la tranquilidad del momento y el buen tiempo para retocar las cutículas de sus pies sentado en una silla de la terraza del bar.
Dejamos Lumbier por la NA-178, que nos conduce en menos de 10 minutos hasta Domeño, punto en el que tomaremos un desvío a la derecha que conduce a Usún (o Usón). La carretera es muy estrecha, un único carril, y nos lleva a un parking a la entrada del pueblo.
Lo mejor es dejar el vehículo aquí y caminar el kilómetro y medio que nos separa de las pozas

siguiendo las indicaciones que encontraremos.

Nos acercamos a lo que es la salida de la foz justo en el puente que nos lleva a la Ermita de San Pedro, en la otra orilla del río Salazar. Allí encontramos unas pozas de agua muy clara y tranquila en esta época del año y mucho menos frías de lo que cabría esperar. Podemos encontrar muchos sitios en los que instalarnos, incluso pequeñas playas tanto de tierra como de piedras donde poder tomar el sol (o la sombra) ya sea vestidos o desnudos.
Aparte de un baño tranquilo podemos saltar al río desde el puente o desde las rocas, ya que existen numerosos puntos que invitan a ello.

Si se va a hacer esto extremar las precauciones y comprobar el lugar en el que caeremos antes de saltar.
Allí estuvimos combatiendo el calor durante una hora más o menos. Pudimos hablar con un grupo de chavales que terminaban el recorrido por el interior del río (desaconsejado por los cuidadores de la foz, pero no prohibido) mientras nosotros nos secábamos. Les había costado unas 5 horas desde Iso, que es el punto de entrada a la garganta y nos dijeron que no presenta complicaciones ni tramos de nado demasiado largos. Apuntado para el verano que viene.
Ya habíamos visto la salida y queríamos ver la entrada, así que nos dirigimos al alto de Iso, desde donde se obtienen unas maravillosas vistas de la foz desde el Norte.

Coincidimos con un par de aficionados a las aves (es uno de los 12 puntos de observación de aves de Navarra) y pudimos ver algunos alimoches que había retrasado su migración a lugares más cálidos.

Desde allí pusimos rumbo a casa, siguiendo las mismas vías que empleamos en la ida y dejando atrás un fin de semana muy completo y divertido con un gasto ridículo.


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