Situado en la parte más meridional de Navarra en la muga del Aragón, este enclave semidesértico de 42.000 hectáreas era uno de los que más en mente tenía desde hace tiempo. Representa un paisaje un tanto inhóspito y carente de vida, pero que sin embargo cuenta con abundante fauna y que se muestra ante los ojos del visitante de un modo atrayente, casi magnético.
Viernes
Aprovechando la fiesta vespertina de la que Eva disfruta en Agosto, yo salí un poco antes de trabajar para poder dejar listo todo el material y ponernos en la carretera, con tiempo para llegar de día a nuestro destino, el aparcamiento de la ermita de la Virgen de Yugo, en el límite del Parque Natural de Las Bardenas Reales.
Circulando tranquilos pero expectantes por la concurrida N-232 durante gran parte del trayecto, nos plantamos cerca de las 21:00 en el punto elegido para pernoctar. En el aparcamiento hay algún que otro vehículo de personas alojadas en el albergue y otra furgoneta, que posteriormente se convertirían en nuestros vecinos por esa noche.
El lugar es amplio, tranquilo y silencioso, aunque la mayor parte de las plazas se encuentran en marcada pendiente. Nosotros, en vista de la poca ocupación que había, fuimos más chulos y nos colocamos cruzados, ocupando varias plazas perpendicularmente a la dirección natural, buscando un mejor nivelado y una posición más cómoda y reservada para nuestra intimidad.
Antes de nada nos acercamos a la cafetería del albergue, para poder ir al baño y tomar algo. Lo empezamos por ese orden, y al ver que no era necesario entrar al bar para acceder al baño, nos saltamos el segundo paso.
La zona está perfectamente acondicionada. Todo es nuevo hasta tal punto que parece que hay ciertos aspectos que aún quedan por rematar. No faltan los asadores, fregaderos, espacios de juegos para los niños,...
Además de todo esto se ha colocado un mirador con unas vistas impresionantes hacia las Bardenas, que puede verse en la primera de las dos fotos anteriores. Convenientemente integrado en el conjunto, concede pleno derecho a disfrutar de algo como esto:
Pegados nos quedamos a esa privilegiada balconada al Parque Natural, como sucede en todos estos observatorios en los que se abre ante el espectador una porción de terreno tan inmensa y de tal belleza.
Nos acercamos a ver y conocer algo de la ermita de la Virgen de Yugo, aunque solo por el exterior ya que se encontraba cerrada a esas horas.
Se construyó en 1620 en nombre de la Virgen de Yugo, que se había aparecido al cojo de Arguedas. Ante la incredulidad mostrada por los vecinos, éste decidió ir a buscarla y ella le curó la enfermedad. Los ciudadanos empezaron a creer en el milagro al ver la sanación de su vecino.
Ya empezaba a ponerse el sol dando lugar a que registrásemos con la cámara el fabuloso ocaso que sucedía ante nosotros
y que nos daba la señal para empezar a cenar. A ello nos pusimos, después de dar por buena y definitiva la situación de la furgo y de dejar preparada la cama para después. Sacamos la mesa y las sillas, acercamos la nevera y preparamos el yantar. Con una temperatura fresquita y alumbrados por el candil eléctrico cenamos muy a gusto, mientras veíamos como las últimas luces del día caían sobre nosotros.
Apuramos un poco la hora de entrar a dormir y recogimos el chiringuito cuando empezaba a refrescar. Ya en la cama vimos la primera media hora de "En tierra hostil" antes de desearnos buenas noches hasta el día siguiente.
Sábado
Despertamos después de una noche fresca y tranquila en la que no faltaron ni los fuegos artificiales, procedentes de el pueblo de Arguedas que estaba de fiestas. Preparamos los cafés con el hervidor de agua en lo que suponía su estreno y sacamos el desayuno, del que tomaríamos las fuerzas suficientes para la ruta en bici.
Para ser la primera vez que nos acercábamos al parque y sin tener mucha idea de la infinidad de caminos posibles que puedes encontrar, nos contentamos con dar la vuelta al polígono de tiro, una vuelta sencilla, sin grandes florituras, pero muy satisfactoria.
El día salió despejado como estaba previsto y nos alegramos de haber madrugado, aunque con la clara impresión de que no lo suficiente, tarea ésta que nos apuntamos para futuras salidas. Nos costó un poco más de lo planeado llegar al punto de partida de la ruta, el Cabezo de Castildetierra, así que nos poníamos en marcha un poco más tarde de las 10:00 de la mañana.
Comenzamos la vuelta en el sentido de las agujas del reloj, llenos de ilusión y con muchas ganas de ver todo lo que nos podría ofrecer la parte de las Bardenas que íbamos a recorrer.
Como ya he dicho lo que hicimos fue dar la vuelta al campo de tiro, al que vienen hacer prácticas de tiro incluso los aviones militares alemanes. En todo momento queda patente que existe un peligro si te internas en el área militar.
Se puede ver en las fotos que todo el recorrido se hace por pista. Es ancha y muy practicable, tanto que la mayoría de la gente ejecuta el mismo recorrido que nosotros pero en coche y no precisamente con 4x4.
Hicimos frecuentes y cortas paradas al principio, intrigados con el paisaje tan diferente a lo que estamos acostumbrados a ver.
En alguna ocasión abandonamos la pista para adentrarnos un poco en las curiosas formaciones producto de la erosión del agua y el viento.
Donde aprovechamos para hacernos algunas fotos haciendo el payaso.
Este tipo de formación se produce también a una escala mucho mayor. Es el caso de los montes que dejamos a la izquierda según avanzábamos en nuestro recorrido: el Piskerra y el Rallón.
Seguimos avanzando poco a poco, no teníamos más prisa por acabar que la marcada por el sol cada vez más alto y que empezaba a calentar nuestras cabezas.
El recorrido es bastante llano, en torno a los 120 metros de desnivel, aunque si hay que afrontar un par de subidas con algo más de pendiente. Lo bueno de subir es que hay que bajar, momentos que aprovechamos para avanzar a buen ritmo y refrescar un poco las piernas.
En la última parte del recorrido se pasa junto al cuartel militar
donde nosotros paramos un rato a reponer fuerzas, tras haber encadenado unos cuantos kilómetros seguidos a un ritmo fuerte.
El itinerario llegaba a su fin, pasando primero por una larga subida no muy empinada pero que a Eva se le hizo un poco durilla. Su bici está pidiendo el cambio urgentemente.
Poco después, el paso junto a la Balsa de las Cortinas, indicaría la inminente llegada al fin de la ruta circular, dando caza de nuevo al imponente Castildetierra.
Más de dos horas después de haber emprendido la marcha y llenos de sudor y polvo, llegábamos a la furgo que nos esperaba reposada frente a la famosa formación. Había en ese momento un grupo de moteros y algunos coches de turistas que se acercan hasta el monumento natural a hacerle unas fotografías.
Y nosotros, por descontado, no íbamos a ser menos.
Anduvimos por allí un rato más, hidratándonos y contemplando el entorno arenoso que nos rodeaba. Mires a donde mires ves formas que atraen tu mirada y la imaginación parece ganarle la partida a la razón, dibujando paisajes increíbles continuando las lineas maestras que la erosión a dibujado a lo largo de la historia.
Antes de volver a casa pasamos por el centro de información del Parque Natural, donde compramos una guía con algunos datos interesantes de las Bardenas y unas cuantas rutas recomendadas, tanto a pie como en BTT.
La última parada previa al viaje de vuelta sería a la salida de Valtierra, en una pequeña zona boscosa que nos dio una sombra muy agradecida para comer un poco y recobrar fuerzas.
Nos cambiamos de ropa, para quitarnos los culotes y poder conducir más cómodos, y dijimos adiós con mucha pena a una zona que, estoy seguro, no tardaremos mucho en volver a visitar.
Te puede interesar:
Guía de rutas y plano del parque = 7€ en el centro de Información.
Albergue Virgen de Yugo = desde 28€ habitación con baño y MP.
RUTA POLÍGONO DE TIRO
Distancia recorrida = 27,02 kilómetros.
Tiempo invertido = 1:42 horas en marcha.
Material = Ninguno.
Dificultad = Muy fácil.
Centro de Información = carretera del polígono de tiro.
Viernes
Aprovechando la fiesta vespertina de la que Eva disfruta en Agosto, yo salí un poco antes de trabajar para poder dejar listo todo el material y ponernos en la carretera, con tiempo para llegar de día a nuestro destino, el aparcamiento de la ermita de la Virgen de Yugo, en el límite del Parque Natural de Las Bardenas Reales.
Circulando tranquilos pero expectantes por la concurrida N-232 durante gran parte del trayecto, nos plantamos cerca de las 21:00 en el punto elegido para pernoctar. En el aparcamiento hay algún que otro vehículo de personas alojadas en el albergue y otra furgoneta, que posteriormente se convertirían en nuestros vecinos por esa noche.
El lugar es amplio, tranquilo y silencioso, aunque la mayor parte de las plazas se encuentran en marcada pendiente. Nosotros, en vista de la poca ocupación que había, fuimos más chulos y nos colocamos cruzados, ocupando varias plazas perpendicularmente a la dirección natural, buscando un mejor nivelado y una posición más cómoda y reservada para nuestra intimidad.
Antes de nada nos acercamos a la cafetería del albergue, para poder ir al baño y tomar algo. Lo empezamos por ese orden, y al ver que no era necesario entrar al bar para acceder al baño, nos saltamos el segundo paso.
La zona está perfectamente acondicionada. Todo es nuevo hasta tal punto que parece que hay ciertos aspectos que aún quedan por rematar. No faltan los asadores, fregaderos, espacios de juegos para los niños,...
Además de todo esto se ha colocado un mirador con unas vistas impresionantes hacia las Bardenas, que puede verse en la primera de las dos fotos anteriores. Convenientemente integrado en el conjunto, concede pleno derecho a disfrutar de algo como esto:
Pegados nos quedamos a esa privilegiada balconada al Parque Natural, como sucede en todos estos observatorios en los que se abre ante el espectador una porción de terreno tan inmensa y de tal belleza.
Nos acercamos a ver y conocer algo de la ermita de la Virgen de Yugo, aunque solo por el exterior ya que se encontraba cerrada a esas horas.
Se construyó en 1620 en nombre de la Virgen de Yugo, que se había aparecido al cojo de Arguedas. Ante la incredulidad mostrada por los vecinos, éste decidió ir a buscarla y ella le curó la enfermedad. Los ciudadanos empezaron a creer en el milagro al ver la sanación de su vecino.
Ya empezaba a ponerse el sol dando lugar a que registrásemos con la cámara el fabuloso ocaso que sucedía ante nosotros
y que nos daba la señal para empezar a cenar. A ello nos pusimos, después de dar por buena y definitiva la situación de la furgo y de dejar preparada la cama para después. Sacamos la mesa y las sillas, acercamos la nevera y preparamos el yantar. Con una temperatura fresquita y alumbrados por el candil eléctrico cenamos muy a gusto, mientras veíamos como las últimas luces del día caían sobre nosotros.
Apuramos un poco la hora de entrar a dormir y recogimos el chiringuito cuando empezaba a refrescar. Ya en la cama vimos la primera media hora de "En tierra hostil" antes de desearnos buenas noches hasta el día siguiente.
Sábado
Despertamos después de una noche fresca y tranquila en la que no faltaron ni los fuegos artificiales, procedentes de el pueblo de Arguedas que estaba de fiestas. Preparamos los cafés con el hervidor de agua en lo que suponía su estreno y sacamos el desayuno, del que tomaríamos las fuerzas suficientes para la ruta en bici.
Para ser la primera vez que nos acercábamos al parque y sin tener mucha idea de la infinidad de caminos posibles que puedes encontrar, nos contentamos con dar la vuelta al polígono de tiro, una vuelta sencilla, sin grandes florituras, pero muy satisfactoria.
El día salió despejado como estaba previsto y nos alegramos de haber madrugado, aunque con la clara impresión de que no lo suficiente, tarea ésta que nos apuntamos para futuras salidas. Nos costó un poco más de lo planeado llegar al punto de partida de la ruta, el Cabezo de Castildetierra, así que nos poníamos en marcha un poco más tarde de las 10:00 de la mañana.
Comenzamos la vuelta en el sentido de las agujas del reloj, llenos de ilusión y con muchas ganas de ver todo lo que nos podría ofrecer la parte de las Bardenas que íbamos a recorrer.
Como ya he dicho lo que hicimos fue dar la vuelta al campo de tiro, al que vienen hacer prácticas de tiro incluso los aviones militares alemanes. En todo momento queda patente que existe un peligro si te internas en el área militar.
Se puede ver en las fotos que todo el recorrido se hace por pista. Es ancha y muy practicable, tanto que la mayoría de la gente ejecuta el mismo recorrido que nosotros pero en coche y no precisamente con 4x4.
Hicimos frecuentes y cortas paradas al principio, intrigados con el paisaje tan diferente a lo que estamos acostumbrados a ver.
En alguna ocasión abandonamos la pista para adentrarnos un poco en las curiosas formaciones producto de la erosión del agua y el viento.
Donde aprovechamos para hacernos algunas fotos haciendo el payaso.
Este tipo de formación se produce también a una escala mucho mayor. Es el caso de los montes que dejamos a la izquierda según avanzábamos en nuestro recorrido: el Piskerra y el Rallón.
Seguimos avanzando poco a poco, no teníamos más prisa por acabar que la marcada por el sol cada vez más alto y que empezaba a calentar nuestras cabezas.
El recorrido es bastante llano, en torno a los 120 metros de desnivel, aunque si hay que afrontar un par de subidas con algo más de pendiente. Lo bueno de subir es que hay que bajar, momentos que aprovechamos para avanzar a buen ritmo y refrescar un poco las piernas.
En la última parte del recorrido se pasa junto al cuartel militar
donde nosotros paramos un rato a reponer fuerzas, tras haber encadenado unos cuantos kilómetros seguidos a un ritmo fuerte.
El itinerario llegaba a su fin, pasando primero por una larga subida no muy empinada pero que a Eva se le hizo un poco durilla. Su bici está pidiendo el cambio urgentemente.
Poco después, el paso junto a la Balsa de las Cortinas, indicaría la inminente llegada al fin de la ruta circular, dando caza de nuevo al imponente Castildetierra.
Más de dos horas después de haber emprendido la marcha y llenos de sudor y polvo, llegábamos a la furgo que nos esperaba reposada frente a la famosa formación. Había en ese momento un grupo de moteros y algunos coches de turistas que se acercan hasta el monumento natural a hacerle unas fotografías.
Y nosotros, por descontado, no íbamos a ser menos.
Anduvimos por allí un rato más, hidratándonos y contemplando el entorno arenoso que nos rodeaba. Mires a donde mires ves formas que atraen tu mirada y la imaginación parece ganarle la partida a la razón, dibujando paisajes increíbles continuando las lineas maestras que la erosión a dibujado a lo largo de la historia.
Antes de volver a casa pasamos por el centro de información del Parque Natural, donde compramos una guía con algunos datos interesantes de las Bardenas y unas cuantas rutas recomendadas, tanto a pie como en BTT.
La última parada previa al viaje de vuelta sería a la salida de Valtierra, en una pequeña zona boscosa que nos dio una sombra muy agradecida para comer un poco y recobrar fuerzas.
Nos cambiamos de ropa, para quitarnos los culotes y poder conducir más cómodos, y dijimos adiós con mucha pena a una zona que, estoy seguro, no tardaremos mucho en volver a visitar.
Te puede interesar:
Guía de rutas y plano del parque = 7€ en el centro de Información.
Albergue Virgen de Yugo = desde 28€ habitación con baño y MP.
RUTA POLÍGONO DE TIRO
Distancia recorrida = 27,02 kilómetros.
Tiempo invertido = 1:42 horas en marcha.
Material = Ninguno.
Dificultad = Muy fácil.
Centro de Información = carretera del polígono de tiro.