A mediados de Julio, tras unas semanas sin echarnos al monte a patear, decidimos acercarnos hasta esta fácil cumbre: el Gorbea, 1.481m. Techo de la provincia de Álava, es una cima sumamente accesible, sin ningún tipo de dificultad técnica, lo que la hace sumamente concurrida cualquier fin de semana. Apta para todos los públicos solo requiere una forma física aceptable, según el recorrido de ascenso que queramos efectuar.
El viernes por la tarde salimos de Logroño con dirección Vitoria y, dejando atrás la capital alavesa, continuamos hasta Sarría, en el municipio de Zuia. Poco más de una hora de viaje por carretera nacional, relajado y presenciando un bonito ocaso.
Aparcamos en el parking del Centro de Interpretación del Parque de Gorbea (Parketxe), amplio, con muchas plazas y con zonas de juego y recreo. Hay agua y baños, pero estos cierran a las 18:45. Cuando llegamos, ya casi de noche, había algunas autocaravanas ya estacionadas.
Cenamos tranquilamente sentados, disfrutando unas cervecitas y pronto nos fuimos a dormir, para afrontar la jornada del día siguiente lo más temprano posible, huyendo del fuerte calor previsto en las páginas del tiempo.
Sobre las 8:00 de la mañana, tras una noche con un fresco agradable para dormir, nos levantamos y preparamos el café, viendo los nuevos inquilinos que llegaron más tarde de que nosotros nos metiéramos a la cama.
Enseguida nos preparamos las mochilas y las cargamos a la espalda. Llevamos los dos un poco de peso extra, para tantear lo que nos supondrá el Camino de Santiago que tenemos planeado para un par de semana después.
Caminamos con el frescor de la mañana, no se intuye aún las temperaturas que en un par de horas se nos echarían encima. El inicio desde el parking es un paseo, una pista ancha que lo comunica con algunos lugares pintorescos, como el puente colgante que conduce al refugio de Zaldibartxo.
El recorrido, que será fácilmente seguible durante toda la jornada, aparece claramente marcado con grafos de Gran Recorrido (GR), tanto en señales como pintados sobre elementos del camino, ya sean estructuras artificiales...
o elementos naturales, como troncos de grandes árboles.
La vegetación es variada en este tramo, siempre frondosa y plena de vida. Abunda en algunos puntos la vegetación de sotobosque en forma de helechos y hay pinares con altísimos ejemplares, que incluso tienen acondicionados zonas para observarlos de cerca sin dañarlos.
Pero la apertura hacia el cielo no queda cerrada en esta zona donde el camino es tan ancho, lo que nos permite otear las curiosas formaciones de las nubes, que de momento evitan que el sol incida directamente sobre nosotros.
Después de aproximadamente 6 kilómetros de camino fácil y sin grandes desniveles, comienza por fin la interminable subida en la que ganaremos más de 800 metros de altura, en poco menos de 5 kilómetros.
Enseguida empezamos a tener mejores perspectivas de nuestro entorno, al salir de la profundidad del valle que forma el río Baias. En estas cotas observamos ya la cumbre, me parece interpretar, del Arlobi (875m).
Y poco después tenemos también a la vista el objetivo del día, la cima del Gorbea, en la que se intuye la punta de su característica cruz.
Llevamos ya más de 2 horas andando, incluyendo un pequeño desvío que tomamos para ir hacia el Arlobi y que decidimos abortar para contentarnos con subir la cumbre principal de la zona.
El calor se convierte en un pesado compañero de viaje y nos encontramos desde hace un par de kilómetros en un tramo totalmente descubierto, subiendo sin tregua una pendiente bastante pronunciada en algunos puntos.
Por el camino nos encontramos con este conjunto de tres mugas o mojones, que separan los territorios de Zuia, Orozco y Zeanuri, otro tipo de objetivos de montañeros diferente a la cima de los montes.
Lo dejamos atrás rápidamente, centrando nuestras fuerzas en continuar hacia arriba, intentando superar lo antes posible este último tramo que se antoja sin fin, por lo largo y monótono. Sin duda el peor trozo de la ruta, agraviado por los 30ºC que tenemos encima.
La mirada hacia el frente puede hacer cejar en el empeño si no se va con la mente clara y ganas de sufrir un poco.
Y al fin, relajada y sosegadamente, el extremo superior de esa estructura de acero, la cruz del Gorbea, aparece sobre la loma que estamos remontando. Las ovejas pastan por la ladera ajenas al continuo ir y venir de caminantes y obviando de un modo casi grosero, el esfuerzo que cuesta llegar a ver ese monumento.
La cruz, tercera que se levanta en el mismo punto,fue erigida en respuesta a la recomendación del Papa León XIII de levantar cruces en las cumbres más altas de la cristiandad para conmemorar la entrada en el siglo XX. Las dos primeras fueron levantas y bendecidas en 1901 y 1903, siendo derribadas por sendas ventiscas tras 1 mes la primera y 3 años la segunda.
La actual, de la que se han perdido las fechas de ejecución, cuenta con una altura mucho menor que sus predecesoras, sólo 17 metros, y una forma que se asemeja a la de la torre Eiffel.
Conviven con ella en las alturas una Mesa de Orientación que disponía la ubicación de 106 montes alrededor del Gorbea, una imagen de la Virgen de Begoña y un buzón.
Al ser una cima de formas tan suaves y redondeadas, se hace sumamente accesible, tanto para las personas como para sus acompañantes animales o el ganado. Vimos en el entorno de la cruz, perros de todas las razas, ovejas, vacas y caballos.
Moviéndonos unos pasos podemos contemplar una cercana y muy atractiva formación, el Aldamin (1.376m). Aunque con 100 metros de altura menos que el lugar en el que nos encontramos, resulta una muy interesante visita, de corte algo más activo que la subida de este día. Nos lo apuntamos en la libreta para acercarnos en otra ocasión.
(Mírala a tamaño completo)
Perdimos algo más de media hora bajo la cruz, sentados en las cimentaciones de hormigón de las patas, comiendo y bebiendo, disfrutando del paisaje y compartiendo momentos con el resto de personas y animales que nos acompañaban.
La vuelta la emprendimos hacia el Oeste, por el otro extremo al que habíamos llegado, en una bajada que, al menos en la parte alta, resultaba más cómoda por la pendiente en comparación a la que habíamos superado en el ascenso.
Tenemos durante un buen rato, visión directa hacia el embalse de Urrunaga algo depreciada por culpa de las nubes amenazantes que dominan el cielo en esa dirección, y que incluso parecen estar descargando algo sobre el propio embalse.
El itinerario elegido por nosotros para el descenso, pasa junto a la cumbre secundaria del Berretin, al que no ascendemos debido a la pérdida de motivación al encontrar una dura, aunque corta, rampa ascendente para rodearlo.
Apenas 500 metros en ascenso para salvar otros 100 metros de desnivel positivo que nos hacen tener cada vez más ganas de volver a la furgo y refrescarnos. Al menos, al llegar arriba, entramos rápido en una zona boscosa que nos protege de los rayos del sol abrasador.
El momento más tenso de toda la salida llegará al cobijo de estos mismos arboles. Y lo hará en dos ocasiones.
Al poco de habernos internado en el bosque, por un sendero bastante amplio, caminando tranquilamente mientras conversábamos, un ruido rápido y agitado salió de entre los helechos. Al girar la cabeza descubrimos un jabalí y su cría corriendo en dirección contraria a nosotros, con casi el mismo miedo que el que sentimos en nuestras carnes.
Y, como ya he dicho, sucedió por segunda vez cuando nos encontrábamos bajando por un cortafuegos de fuerte pendiente, a más de un kilómetro del anterior. Pensando ya en haberlos dejado muy atrás y salió otro grupo, en este caso con 4 o 5 jabatos.
Solo quedó en un susto y en el consuelo de que no se sintieran atacados y decieran emprender un ataque.
Terminamos la bajada, bastante dura para mis frágiles rodillas, y nos acercamos, siguiendo el camino de vuelta ya por donde habíamos hecho el de ida, hasta un cruce con el río, en el que aprovechamos para refrescar los pies.
Diez minutos después completábamos la ruta, estirando un rato junto a la furgo, que a esas horas se encontraba completamente rodeada de vecinos.
Un poco de higiene a base de toallitas húmedas y nos dirigimos a Sarria, a tomar una más que merecida (y aún más deseada) cerveza.
Con el cuerpo bastante cansado, pero sumamente satisfechos, emprendimos la vuelta a casa, para intentar llegar antes de las 18:00 y acudir a las citas que nos aguardaban aquí.
Te puede interesar:
¿Dónde comer? = Nosotros degustamos unos pinchos muy ricos en el propio pueblo de Sarria; no recuerdo el nombre del establecimiento, pero está en la calle Elizalde.
¿Dónde dormir? = Con furgo o autocaravana, en el parking del Centro de Interpretación del parque. En Sarria tenemos alojamientos turísticos.
DATOS DE LA RUTA
Distancia recorrida = 23,44 kilómetros.
Desnivel acumulado= 1155 m.
Tiempo invertido = 7:30 (incluyendo paradas).
Material = Ninguno (bastones recomendables).
Dificultad = Fácil, pero duro debido al desnivel .
Track GPS = link a Wikiloc.
El viernes por la tarde salimos de Logroño con dirección Vitoria y, dejando atrás la capital alavesa, continuamos hasta Sarría, en el municipio de Zuia. Poco más de una hora de viaje por carretera nacional, relajado y presenciando un bonito ocaso.
Aparcamos en el parking del Centro de Interpretación del Parque de Gorbea (Parketxe), amplio, con muchas plazas y con zonas de juego y recreo. Hay agua y baños, pero estos cierran a las 18:45. Cuando llegamos, ya casi de noche, había algunas autocaravanas ya estacionadas.
Cenamos tranquilamente sentados, disfrutando unas cervecitas y pronto nos fuimos a dormir, para afrontar la jornada del día siguiente lo más temprano posible, huyendo del fuerte calor previsto en las páginas del tiempo.
Sobre las 8:00 de la mañana, tras una noche con un fresco agradable para dormir, nos levantamos y preparamos el café, viendo los nuevos inquilinos que llegaron más tarde de que nosotros nos metiéramos a la cama.
Enseguida nos preparamos las mochilas y las cargamos a la espalda. Llevamos los dos un poco de peso extra, para tantear lo que nos supondrá el Camino de Santiago que tenemos planeado para un par de semana después.
Caminamos con el frescor de la mañana, no se intuye aún las temperaturas que en un par de horas se nos echarían encima. El inicio desde el parking es un paseo, una pista ancha que lo comunica con algunos lugares pintorescos, como el puente colgante que conduce al refugio de Zaldibartxo.
El recorrido, que será fácilmente seguible durante toda la jornada, aparece claramente marcado con grafos de Gran Recorrido (GR), tanto en señales como pintados sobre elementos del camino, ya sean estructuras artificiales...
o elementos naturales, como troncos de grandes árboles.
La vegetación es variada en este tramo, siempre frondosa y plena de vida. Abunda en algunos puntos la vegetación de sotobosque en forma de helechos y hay pinares con altísimos ejemplares, que incluso tienen acondicionados zonas para observarlos de cerca sin dañarlos.
Pero la apertura hacia el cielo no queda cerrada en esta zona donde el camino es tan ancho, lo que nos permite otear las curiosas formaciones de las nubes, que de momento evitan que el sol incida directamente sobre nosotros.
Después de aproximadamente 6 kilómetros de camino fácil y sin grandes desniveles, comienza por fin la interminable subida en la que ganaremos más de 800 metros de altura, en poco menos de 5 kilómetros.
Enseguida empezamos a tener mejores perspectivas de nuestro entorno, al salir de la profundidad del valle que forma el río Baias. En estas cotas observamos ya la cumbre, me parece interpretar, del Arlobi (875m).
Y poco después tenemos también a la vista el objetivo del día, la cima del Gorbea, en la que se intuye la punta de su característica cruz.
Llevamos ya más de 2 horas andando, incluyendo un pequeño desvío que tomamos para ir hacia el Arlobi y que decidimos abortar para contentarnos con subir la cumbre principal de la zona.
El calor se convierte en un pesado compañero de viaje y nos encontramos desde hace un par de kilómetros en un tramo totalmente descubierto, subiendo sin tregua una pendiente bastante pronunciada en algunos puntos.
Por el camino nos encontramos con este conjunto de tres mugas o mojones, que separan los territorios de Zuia, Orozco y Zeanuri, otro tipo de objetivos de montañeros diferente a la cima de los montes.
Lo dejamos atrás rápidamente, centrando nuestras fuerzas en continuar hacia arriba, intentando superar lo antes posible este último tramo que se antoja sin fin, por lo largo y monótono. Sin duda el peor trozo de la ruta, agraviado por los 30ºC que tenemos encima.
La mirada hacia el frente puede hacer cejar en el empeño si no se va con la mente clara y ganas de sufrir un poco.
Y al fin, relajada y sosegadamente, el extremo superior de esa estructura de acero, la cruz del Gorbea, aparece sobre la loma que estamos remontando. Las ovejas pastan por la ladera ajenas al continuo ir y venir de caminantes y obviando de un modo casi grosero, el esfuerzo que cuesta llegar a ver ese monumento.
La cruz, tercera que se levanta en el mismo punto,fue erigida en respuesta a la recomendación del Papa León XIII de levantar cruces en las cumbres más altas de la cristiandad para conmemorar la entrada en el siglo XX. Las dos primeras fueron levantas y bendecidas en 1901 y 1903, siendo derribadas por sendas ventiscas tras 1 mes la primera y 3 años la segunda.
La actual, de la que se han perdido las fechas de ejecución, cuenta con una altura mucho menor que sus predecesoras, sólo 17 metros, y una forma que se asemeja a la de la torre Eiffel.
Conviven con ella en las alturas una Mesa de Orientación que disponía la ubicación de 106 montes alrededor del Gorbea, una imagen de la Virgen de Begoña y un buzón.
Al ser una cima de formas tan suaves y redondeadas, se hace sumamente accesible, tanto para las personas como para sus acompañantes animales o el ganado. Vimos en el entorno de la cruz, perros de todas las razas, ovejas, vacas y caballos.
Moviéndonos unos pasos podemos contemplar una cercana y muy atractiva formación, el Aldamin (1.376m). Aunque con 100 metros de altura menos que el lugar en el que nos encontramos, resulta una muy interesante visita, de corte algo más activo que la subida de este día. Nos lo apuntamos en la libreta para acercarnos en otra ocasión.
(Mírala a tamaño completo)
Perdimos algo más de media hora bajo la cruz, sentados en las cimentaciones de hormigón de las patas, comiendo y bebiendo, disfrutando del paisaje y compartiendo momentos con el resto de personas y animales que nos acompañaban.
La vuelta la emprendimos hacia el Oeste, por el otro extremo al que habíamos llegado, en una bajada que, al menos en la parte alta, resultaba más cómoda por la pendiente en comparación a la que habíamos superado en el ascenso.
Tenemos durante un buen rato, visión directa hacia el embalse de Urrunaga algo depreciada por culpa de las nubes amenazantes que dominan el cielo en esa dirección, y que incluso parecen estar descargando algo sobre el propio embalse.
El itinerario elegido por nosotros para el descenso, pasa junto a la cumbre secundaria del Berretin, al que no ascendemos debido a la pérdida de motivación al encontrar una dura, aunque corta, rampa ascendente para rodearlo.
Apenas 500 metros en ascenso para salvar otros 100 metros de desnivel positivo que nos hacen tener cada vez más ganas de volver a la furgo y refrescarnos. Al menos, al llegar arriba, entramos rápido en una zona boscosa que nos protege de los rayos del sol abrasador.
El momento más tenso de toda la salida llegará al cobijo de estos mismos arboles. Y lo hará en dos ocasiones.
Al poco de habernos internado en el bosque, por un sendero bastante amplio, caminando tranquilamente mientras conversábamos, un ruido rápido y agitado salió de entre los helechos. Al girar la cabeza descubrimos un jabalí y su cría corriendo en dirección contraria a nosotros, con casi el mismo miedo que el que sentimos en nuestras carnes.
Y, como ya he dicho, sucedió por segunda vez cuando nos encontrábamos bajando por un cortafuegos de fuerte pendiente, a más de un kilómetro del anterior. Pensando ya en haberlos dejado muy atrás y salió otro grupo, en este caso con 4 o 5 jabatos.
Solo quedó en un susto y en el consuelo de que no se sintieran atacados y decieran emprender un ataque.
Terminamos la bajada, bastante dura para mis frágiles rodillas, y nos acercamos, siguiendo el camino de vuelta ya por donde habíamos hecho el de ida, hasta un cruce con el río, en el que aprovechamos para refrescar los pies.
Diez minutos después completábamos la ruta, estirando un rato junto a la furgo, que a esas horas se encontraba completamente rodeada de vecinos.
Un poco de higiene a base de toallitas húmedas y nos dirigimos a Sarria, a tomar una más que merecida (y aún más deseada) cerveza.
Con el cuerpo bastante cansado, pero sumamente satisfechos, emprendimos la vuelta a casa, para intentar llegar antes de las 18:00 y acudir a las citas que nos aguardaban aquí.
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¿Dónde comer? = Nosotros degustamos unos pinchos muy ricos en el propio pueblo de Sarria; no recuerdo el nombre del establecimiento, pero está en la calle Elizalde.
¿Dónde dormir? = Con furgo o autocaravana, en el parking del Centro de Interpretación del parque. En Sarria tenemos alojamientos turísticos.
DATOS DE LA RUTA
Distancia recorrida = 23,44 kilómetros.
Desnivel acumulado= 1155 m.
Tiempo invertido = 7:30 (incluyendo paradas).
Material = Ninguno (bastones recomendables).
Dificultad = Fácil, pero duro debido al desnivel .
Track GPS = link a Wikiloc.