Hace un par de meses nos acercamos a uno de los montes que más me llaman la atención cuando paso junto a él: el Castillete de Pancorbo (1.038m), en la Sierra de Pancorbo. Lo vemos cada vez que nos acercamos al pueblo de Eva, Villanueva de Teba, a escasos kilómetros del pueblo del famoso desfiladero y siempre me fijo en él pensando en alcanzar la cima.
Aparcamos en la plaza Mayor, tomamos un cafecito y echamos a andar sin detenernos mucho, ya que teníamos compromiso familiar para ese mediodía. Pronto abandonamos el pueblo tomando la directa hacia la cima, obviando el camino preparado para acceder a la misma.
Al inicio de la ascensión pasamos junto a las ruinas del castillo de Santa Marta, que rápidamente dejamos atrás, para empezar a meternos en la verdadera subida. El primer tercio del recorrido es más suave y practicable pero empieza a demostrar que es una acierto el subir con bastones.
La vista hacia arriba nos enseña que lo que nos tocará afrontar en breve no va a ser tan amable como lo que estamos superando en ese momento.
Algo más allá de la mitad de la ascensión, además de la importante pendiente que ya estamos superando, aparece otro handicap en forma de pedrera en la que un resbalón o una torcedura de tobillo podrían poner bastante difícil alcanzar el objetivo.
Ya en el último tramo de la subida, nos metemos en una especie de canal más estrecha, en la que hay que hacer buen uso de los bastones como punto de apoyo. Nos vemos obligados a forzar la posición y a apretar fuerte con las piernas para seguir progresando.
Hay tiempo para, sin comprometer en ningún momento nuestra seguridad, echar un vistazo a los lados de la canal, flanqueados por grandes paredes de roca.
Pero seguimos nuestro camino hacia arriba forzando los muslos y las bolas y agachando el riñón.
Después de un rato de apretón, llegamos a la antesala de la cima y de la Fortaleza de Santa Engracia que en ella mantiene sus ruinas. Empezamos a ver las primeras cuevas que sirvieron a los moradores de la fortaleza como almacenes u otros departamentos.
Por fin podemos disfrutar de las vistas sobre el pueblo de Pancorbo y el desfiladero que lleva su nombre, antes de girar hacia la cara Sur del cerro.
Desde aquí podemos ver el cresterío que queríamos haber seguido. Al final, por no afrontar bien el inicio de la subida decidimos dejarlo y completar el ascenso por la canal, quizá itinerario menos espectacular pero igual de exigente.
Ya en la cumbre podemos regocijarnos unos minutos con las vistas que nos ofrece el buen clima del que disfrutamos ese día.
Aunque no hace demasiado frío, sí que sopla un buen viento que hace que la sensación térmica sea inferior. Por ello nos acercamos al mirador que da hacia el Pancorbo a comer un poco al resguardo de sus tableros, mientras descansamos unos minutos tras la fuerte subida.
Pese a todo podíamos sentirnos afortunados, recibiendo los rayos del sol en la cara mientras más al Norte, las nubes descargaban su lluvia sobre la tierra acercándose poco a poco.
Al acabar el proteico plátano, paseamos un poco entre lo que queda de la fortaleza que tan solo se mantuvo en pie unos 30 años entre los siglos XVI y XVII. Es interesante moverse por las diferentes dependencias de esa fortificación intentando imaginar y recrear las jornadas que allí tuvieron lugar, como el conocido "Sitio de Pancorbo", hasta que los Cien Mil hijos de San Luis, arrasaron definitivamente la fortaleza.
Para conocer un poco más sobre su historia y sus gentes, se instalaron ,en la restauración que tuvo lugar hace unos años, diferentes cuadros informativos bastantes detallados.
Gracias a estos carteles descubrimos que la entrada a la fortaleza se encontraba prohibida a extranjeros, gitanos y carniceros (¿¿??) y pudimos ubicarnos y hacer una reconstrucción lógica sobre el terreno.
Para certificar nuestra ascensión hicimos la foto de rigor junto al buzón que colocó el Club Mirandés de Montaña. No aparecemos ninguno en la foto, pero a nosotros nos vale.
Al poco iniciamos el descenso por el otro lado del cerro, el más accesible por encontrarse debidamente acondicionado, curioseando aún por los rincones de los muros que quedan en pie.
Encontramos en nuestro camino un plano en tres dimensiones del desfiladero y el cerro, con un apartado dedicado a la Fortaleza de Santa Engracia.
Alcanzar las instalaciones por este camino que bordea el cerro por el Norte es mucho más fácil, pudiendo incluso llegar hasta el pie mismo de la parte occidental en coche, ya que una pista te conduce hasta allí.
Curioseamos un poco lo que pudimos de la escuela de escalada de Pancorbo y terminamos la salida para poder llegar a Burgos a la hora de comer.
Te puede interesar:
Información sobre la Fortaleza de Santa Engracia = link a la Wikipedia.
DATOS DE LA RUTA
Distancia recorrida = 8,55 kilómetros.
Desnivel acumulado= 873 m.
Tiempo invertido = 1:45 (tiempo total).
Material = Ninguno (bastones recomendables).
Dificultad = Moderada, pendientes elevadas y pedreras.
Track GPS = Ascensión al Castillete de Pancorbo (autor Piticlinin).
Aparcamos en la plaza Mayor, tomamos un cafecito y echamos a andar sin detenernos mucho, ya que teníamos compromiso familiar para ese mediodía. Pronto abandonamos el pueblo tomando la directa hacia la cima, obviando el camino preparado para acceder a la misma.
Al inicio de la ascensión pasamos junto a las ruinas del castillo de Santa Marta, que rápidamente dejamos atrás, para empezar a meternos en la verdadera subida. El primer tercio del recorrido es más suave y practicable pero empieza a demostrar que es una acierto el subir con bastones.
La vista hacia arriba nos enseña que lo que nos tocará afrontar en breve no va a ser tan amable como lo que estamos superando en ese momento.
Algo más allá de la mitad de la ascensión, además de la importante pendiente que ya estamos superando, aparece otro handicap en forma de pedrera en la que un resbalón o una torcedura de tobillo podrían poner bastante difícil alcanzar el objetivo.
Ya en el último tramo de la subida, nos metemos en una especie de canal más estrecha, en la que hay que hacer buen uso de los bastones como punto de apoyo. Nos vemos obligados a forzar la posición y a apretar fuerte con las piernas para seguir progresando.
Hay tiempo para, sin comprometer en ningún momento nuestra seguridad, echar un vistazo a los lados de la canal, flanqueados por grandes paredes de roca.
Pero seguimos nuestro camino hacia arriba forzando los muslos y las bolas y agachando el riñón.
Después de un rato de apretón, llegamos a la antesala de la cima y de la Fortaleza de Santa Engracia que en ella mantiene sus ruinas. Empezamos a ver las primeras cuevas que sirvieron a los moradores de la fortaleza como almacenes u otros departamentos.
Por fin podemos disfrutar de las vistas sobre el pueblo de Pancorbo y el desfiladero que lleva su nombre, antes de girar hacia la cara Sur del cerro.
Desde aquí podemos ver el cresterío que queríamos haber seguido. Al final, por no afrontar bien el inicio de la subida decidimos dejarlo y completar el ascenso por la canal, quizá itinerario menos espectacular pero igual de exigente.
Ya en la cumbre podemos regocijarnos unos minutos con las vistas que nos ofrece el buen clima del que disfrutamos ese día.
Aunque no hace demasiado frío, sí que sopla un buen viento que hace que la sensación térmica sea inferior. Por ello nos acercamos al mirador que da hacia el Pancorbo a comer un poco al resguardo de sus tableros, mientras descansamos unos minutos tras la fuerte subida.
Pese a todo podíamos sentirnos afortunados, recibiendo los rayos del sol en la cara mientras más al Norte, las nubes descargaban su lluvia sobre la tierra acercándose poco a poco.
Al acabar el proteico plátano, paseamos un poco entre lo que queda de la fortaleza que tan solo se mantuvo en pie unos 30 años entre los siglos XVI y XVII. Es interesante moverse por las diferentes dependencias de esa fortificación intentando imaginar y recrear las jornadas que allí tuvieron lugar, como el conocido "Sitio de Pancorbo", hasta que los Cien Mil hijos de San Luis, arrasaron definitivamente la fortaleza.
Para conocer un poco más sobre su historia y sus gentes, se instalaron ,en la restauración que tuvo lugar hace unos años, diferentes cuadros informativos bastantes detallados.
Gracias a estos carteles descubrimos que la entrada a la fortaleza se encontraba prohibida a extranjeros, gitanos y carniceros (¿¿??) y pudimos ubicarnos y hacer una reconstrucción lógica sobre el terreno.
Para certificar nuestra ascensión hicimos la foto de rigor junto al buzón que colocó el Club Mirandés de Montaña. No aparecemos ninguno en la foto, pero a nosotros nos vale.
Al poco iniciamos el descenso por el otro lado del cerro, el más accesible por encontrarse debidamente acondicionado, curioseando aún por los rincones de los muros que quedan en pie.
Encontramos en nuestro camino un plano en tres dimensiones del desfiladero y el cerro, con un apartado dedicado a la Fortaleza de Santa Engracia.
Alcanzar las instalaciones por este camino que bordea el cerro por el Norte es mucho más fácil, pudiendo incluso llegar hasta el pie mismo de la parte occidental en coche, ya que una pista te conduce hasta allí.
Curioseamos un poco lo que pudimos de la escuela de escalada de Pancorbo y terminamos la salida para poder llegar a Burgos a la hora de comer.
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Información sobre la Fortaleza de Santa Engracia = link a la Wikipedia.
DATOS DE LA RUTA
Distancia recorrida = 8,55 kilómetros.
Desnivel acumulado= 873 m.
Tiempo invertido = 1:45 (tiempo total).
Material = Ninguno (bastones recomendables).
Dificultad = Moderada, pendientes elevadas y pedreras.
Track GPS = Ascensión al Castillete de Pancorbo (autor Piticlinin).