lunes, 16 de noviembre de 2009

Madrid

Una nueva visita a la capital del Reino, esta vez con más motivaciones que la de acompañar a Eva: una mañana de turismo en solitario, un partido de fútbol de la selección, una noche de copas por Madrid,...

Día 1: Logroño - Madrid
Distancia: 335 km // Tiempo: 3:15 h // Consumo: 29 L
Combustible: 28,22 € // Peajes: 0,00 € // Total: 28,22 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 0,00 € // Varios: 0,00 €

Itinerario VíaMichelín
Nuevamente elegimos el camino hacia el centro de la península pasando por Soria y, a sabiendas de que lleva poco más de 3 horas, no anticipamos demasiado la salida. Nos poníamos en marcha pasadas las 18:00.
Encontramos una N-111 bastante solitaria, permitiéndonos una circulación airosa pero tranquila. Atravesamos el túnel de Piqueras para entrar en la provincia castellana y al cabo de una hora pasamos por la ciudad de Soria. Desde allí, por la A-15 hasta Medinaceli y después por la autovía del Nordeste, la A-2, hasta Madrid pasando por Guadalajara. En esta ocasión no hicimos uso de la autopista de pago R-2 lo que nos facilitó una entrada más directa a nuestro destino en Madrid, por Avda. América y desde ésta hacia La Castellana.
En casa solo nos esperaba Berta, ya que Silvia iba a pasar el fin de semana fuera. Nada más llegar, más allá de las 21:30 preparamos una ensalada y calentamos los filetes rusos que Isabel había incluido en nuestra bolsa de avituallamiento para el fin de semana.
Empezamos a ver la película El señor de la guerra (que tantas veces me ha recomendado un colega) hasta que la masa femenina del total de votantes decidió que esa no era una buena película, con lo que nos sumergimos en un viaje sin destino por todos los canales de la TDT, hasta la hora de ir a la cama.

Día 2: Madrid
Distancia: 49 km // Tiempo: -:-- h // Consumo: 5 L
Combustible: 4,87 € // Peajes: 0,00 € // Total: 4,87 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 47,50 € // Varios: 80,00 €

Aunque para las chicas tocaban diana a las ocho de la mañana, yo anduve haciéndome el remolón un rato más, esperando casi el momento en el que se marchaban ya a sus cursos respectivos para levantarme a despedirme. A medida que fui espabilando desayuné y me puse a recoger un poco el desorden generado por nuestra presencia en la casa.
Empecé mi mañana de paseos por la ciudad recogiendo una multa del parabrisas de la furgo, causada por "estacionar en lugar prohibido debidamente señalizado". Lo curioso es que la multa está puesta por un controlador de las zonas de estacionamiento regulado y no sé cual es el proceder en este caso.
Antes de ir a ningún lado compre tacos y tirafondos en la ferretería que hay enfrente del portal, para montar unas estanterías en la casa.
Cogí la furgoneta y comencé por ir a dar una vuelta con ella por las calles más grandes. Salí por la A-6 pasando al lado del Club de Campo Villa de Madrid y por delante de la Zarzuela hasta llegar a Aravaca donde di la vuelta. De regreso hacia la ciudad por la autovía tuve unas vistas impresionantes de las Cuatro Torres (blog), todavía con el color rojizo del amanecer aunque ya eran más de las 10:00.
Pasé por el Arco de la Victoria, la estación de Moncloa y el imponente edificio del Ejercito del Aire para bajar hacia el Paseo del Pintor Rosales, donde dejaría la furgo aparcada en la zona azul, mientras paseaba por esa zona.
Había elegido este punto de la ciudad merced al comentario que echobelly hizo en el último post del blog, recomendándome visitar el Templo de Debod (Wikipedia).

Se trata de un edificio del antiguo Egipto actualmente situado al Oeste de la Plaza España. Se encuentra aquí, colocado con la misma orientación que tenía originariamente, ya que fue donado en 1968 por el gobierno de Egipto por la ayuda prestada para salvar los templos de Nubia, amenazados por la construcción de la presa de Asuán.
Una vez en España, esta construcción de 2.200 años de antiguedad, fue reconstruida pieza a pieza, usando piedras de distinto color en las que hubo que hacer nuevas, para diferenciarlas de las originales. Para su conservación se han dado pasos como crear una superficie para aislar las piedras del suelo o instalar un sistema de aire acondicionado en el interior que mantenga un clima cálido y seco, aunque la degradación va en aumento.

Hice una visita al interior (es gratuita) aprovechando que no había mucha gente en ese momento. La planta baja del edificio muestra la división del conjunto con la capilla de Adijalamani en el centro. En sus paredes se pueden contemplar escenas de culto divino en un estado bastante aceptable. En las otras divisiones y en el piso superior podemos encontrar piezas en restauración y maquetas tanto del edificio como del lugar del que procede.

Después de tomar unas cuantas fotografías del interior (obligatoriamente sin flash) y del exterior, también por la parte de atrás, me acerqué a la terraza que hay al Este del conjunto para disfrutar de las vistas sobre la Casa de Campo. También se ven desde aquí el Palacio Real y la catedral de la Almudena.
Me acerqué paseando hasta los jardines de Sabatini, situados en la parte posterior del Palacio Real, donde tomé unas fotos bajo la lluvia y me senté a leer un poco de la guía de Madrid en un entorno espectacularmente apropiado para ello.
Antes de que me pillara el toro con la hora de la zona azul, almorcé un sandwich mixto y un café en la cafetería el Palacete de Rosales. Un auténtico derroche de servicialidad y buen gusto, incluyendo un sandwich mixto que resultó ser doble y que venía acompañado en su mismo plato por un puñado de patatas chips. El montante ascendió a 7,5€ que pagué de buen grado.
Me perdí callejeando de vuelta a casa, viendo durante el recorrido la Puerta de Toledo, el conocido Museo Reina Sofía, la malograda estación de Atocha, el Retiro y la Puerta de Alcalá, y la plaza de toros de Las Ventas, antes de encontrar el camino a casa. Me entretuve tanto que llegué unos pocos minutos antes de que las chicas salieran del curso.
Yo tenía poca hambre después del suculento almuerzo, pero ellas prepararon una menestra de verduras, mientras yo negociaba con mis amigos cuál iba a ser el plan cuando ellos llegaran. Finalmente se marchaban a comer a un lugar que ya conocían de antes y después vendrían a casa a cambiarse, espacio de tiempo que nosotros íbamos a aprovechar para descansar en el sofá... o en la cama en el caso de Eva.
A eso de las 18:30 llegaban mis amigos a casa, para dejar las cosas y cambiarse de ropa. Estuvimos un rato hablando allí, comentando, entre otros temas, el fuerte dolor de tripa que traía uno de ellos. Una hora después cogíamos la furgo para ir al Calderón.
Llegar y aparcar nos costó unos 45 minutos, era horrible circular por la inmediaciones del estadio (hablo de un radio de casi un kilómetro) y acabamos aparcando encima de una acera aconsejados por un policía local. Yo ya esperaba encontrarme a la vuelta la segunda receta del fin de semana.
Recogimos las entradas en la puerta 51, pasando por debajo de la grada que se sitúa sobre la M-30 y viendo el majestuoso porte y el imponente tamaño de las monturas de la Policía Nacional, en la entrada de las autoridades.
Tras aprovisionarnos de chucherías y frutos secos entramos al estadio en busca de nuestras localidades. Por falta de sincronismo en la adquisición de las entradas tuvimos que sentarnos en zonas diferentes, 3 en un lado y otros 2 en otro. El estadio me gustó, yo nunca había estado en un estadio tan grande, pero las plazas son muy muy estrechas.

Vimos el partido, con victoria final de España sobre Argentina por 2 goles a 1, rodeados de seguidores de ambas selecciones, en un ambiente animado pero bastante cordial. Cada afición cantaba sus himnos y pegaba sus gritos, pero sin ningún tipo de maldad. Nos lo pasamos muy bien y a Eva le gustó mucho, más por hacer algo diferente que por el partido en sí, que aunque no fue malo tampoco fue ninguna maravilla.
Al salir nos encaminamos ligeros hacia la furgoneta, para retirarla del lugar en el que estaba y pusimos rumbo al barrio de Aluche, donde cenaríamos en un lugar que conocía Felipe. Una ensalada, trozos de pollo empanado, unas salchichas alemanas con salsas y después una tosta para cada uno. Todo bien regado con cerveza (o lo que cada cual pidiera) nos dejaron la tripa bien repleta.
Allí vinieron unos amigos sorianos con los que intercambiamos un rato de charla y compartimos un chupito de algo que nos sirvieron en el bar de al lado y que es de los mismos dueños.
Esa noche fue suficiente para nosotros y enseguida nos retiramos a casa. Preparamos el colchón de la furgo en el salón para los chicos y nos fuimos a sobar.

Día 3: Madrid - Logroño
Distancia: 335 km // Tiempo: 3:15 h // Consumo: 29 L
Combustible: 28,22 € // Peajes: 0,00 € // Total: 28,22 €
Alojamiento: 0,00 € // Alimentación: 40,00 € // Varios: 12,00 €

Itinerario VíaMichelín
El Domingo nos levantamos pronto, puede que demasiado. Rondaban las 10:00 cuando nos despertabamos y comenzabamos la ronda de duchas y aseos. Los chicos fuimos los primeros y al acabar nos bajamos a la cafetería de abajo a desayunar: un croissant con jamón y queso, otro a la plancha con mantequilla y mermelada y un café con leche, el desayuno de los campeones. Como las chicas bajaron también sin desayunar, esperamos a que lo hicieran y nos marchamos a dar una vuelta por Madrid.
Guiados por los que mejor se conocen la ciudad, visitamos la Plaza Mayor, el Mercado de San Miguel

(donde degustamos una tabla de quesos acompañados de un crianza), el Palacio Real y la catedral de la Almudena, la Plaza del Sol,...
Optamos por comer en un restaurante italiano, el Grazie Mille en c/ Mayor 31, de dueños italianos y comida traída de Italia. Yo había tenido antojo de pasta y a todos les pareció bien, así que en el primero que encontramos nos metimos.
Después de que nos intentarán sentar en una mesa en la que no entrabamos los cinco, decidieron juntarnos dos mesas la mitad de grandes... La verdad es que por no dar guerra nos sentamos, pero era como si nos estuvieran intentando engañar a la cara. Pedimos pasta y arroces y Berta se quedó con las ganas de comer canelones, que se habían acabado. Milagrosamente una chica italiana muy alta y entiestéticamente delgada, los pudo comer al pedirlos media hora más tarde.
La comida costó poco más de 15€ por cabeza y, después de comernos el postre, volvimos al coche para ir a casa a recoger las maletas y los trastos que aún quedaban.
Esperamos debajo del portal al amigo soriano que volvería en coche a Logroño con los chicos y a eso de las 17:00 emprendimos el viaje de regreso a casa. El viaje, por el mismo camino que usásemos al ir, fue rápido y tranquilo. Poco más de 3 horas y estábamos sentados en el sofá de casa, muy diferente de lo que nos ocurrió la ocasión anterior.


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