Día 2: Ordino
Las previsiones para el día de hoy eran malas… pero la realidad fue peor. Una capa de nieve de unos 30 cm que había caido durante la noche y que seguía cayendo al despertarnos. Acompañada, además, de una niebla densa y unas fuertes rachas de viento. Las expectativas no eran muy halagüeñas.
Desayunamos fuerte por si acaso (huevos con bacon incluido) y preguntamos las condiciones de las estaciones y los accesos. Entre lo que nos dijeron y lo que vimos en Internet, decidimos que lo mejor era esperar al día siguiente. Este era el aspecto que presentaba la furgoneta a las 9:00 de la mañana.
Añadido al estado de las carreteras y que a partir de La Massana era obligatorio el uso de cadenas, lo mejor era gastar 1,40€ en el autobús. La línea L6 une Andorra la Vella con Ordino cada 30 minutos y en hora punta se dobla la frecuencia.
Previo al viaje en autobús, visitamos un poco el pueblo de Ordino.
donde parece que la vida sigue con absoluta normalidad.
Pasamos por la oficina de información, donde conseguíamos la Guía Marrugat Andorra 2009 (y que posteriormente veríamos en venta a un precio de 9,95€), la Plaça Major, la Casa de Comú y el Museu-Casa Areny-Plandolit (que sólo vimos por fuera).
Una vez dentro del autobús, y en vista de que probablemente no podríamos bajar hasta Andorra con la furgo en toda la semana, nos llegamos hasta esta población en la parada de Avingüda Meritxell, cerca del centro comercial Pyreneés.
Buscamos una cafetería un poco maja donde echar un bocado pero no encontramos nada al gusto, así que al final entramos en el mencionado centro comercial. No pasamos mucho más tiempo ahí, simplemente un cambio de aguas, una ojeada al establecimiento de Outlet del centro y nos vamos a la calle donde cada vez nieva con más fuerza.
Se acerca el medio día y pocas tiendas quedan abiertas. Miramos en las que pillamos y damos vueltas por el centro y cerca del río, que ya es el Grand Valira (en el que han confluído un par de cientos de metros antes el Valira del Nord y el Valira d’Orient). Una estampa absolutamente navideña con un manto blanco cubriendo completamente las calles.
Buscamos un sitio no muy caro para comer, un self-service en el centro Escales nos viene perfecto a la par que nos da cobijo a la nevada que empieza a ser preocupante. El menú a 9,50€ y completito. Lo que no se nos va es la angustia porque oímos más de una vez el comentario “Pues nunca había visto nevar así” a algún que otro parroquiano.
La nota fea de la comida la pone un señor mayor que compartía una mesa al lado de la nuestra, con un mal gesto de nacionalismo irreverente hacia un camarero de nacionalidad china.
La calle… cada vez más nieve. Aproximadamente 50 centímetros.
Cogemos algo de información en la Oficina de Turismo (donde se nos trata con un poco menos de atención que al grupo de personas precedente que hablaban en perfecto catalán) y nos acercamos a la última tienda de deportes, la de Quicksilver en la Avda. Merritxell, antes de ir a por el autobús de vuelta a casa.
Nos montamos en la c/Bonaventura Armengol y puede que con muchísima buenaventura, ya que cerraban accesos y cortaban la circulación debido a las horribles condiciones de la carretera. Tanto es así que cuando nos montábamos nosotros, dos viajeros ayudaban a la conductora a poner las cadenas. Unos minutos después nos veíamos inmersos todos en una pequeña aventura a bordo de un autobús. El trayecto estaba complicado y el atravesar el túnel con las cadenas le metió el miedo en el cuerpo a más de uno y de una. Incluso llegamos a pensar que lo mejor hubiera sido subir corriendo, como ya vimos hacer a un hombre, hasta La Massana.
Con la vista puesta en la furgo, que encontrabamos así
(prometo que es el bulto bajo la capa de nieve) entramos al hotel por el sendero medianamente habilitado para el paso.
Cenita, a la hora adecuada, y ponemos Jumper en el portátil. Un poco antes nos dan una mala noticia, y es que las pistas podrían no abrir mañana para provocar avalanchas y que no exista peligro por la gran cantidad de nieve acumulada en poco tiempo.
¡Genial!
Las previsiones para el día de hoy eran malas… pero la realidad fue peor. Una capa de nieve de unos 30 cm que había caido durante la noche y que seguía cayendo al despertarnos. Acompañada, además, de una niebla densa y unas fuertes rachas de viento. Las expectativas no eran muy halagüeñas.
Desayunamos fuerte por si acaso (huevos con bacon incluido) y preguntamos las condiciones de las estaciones y los accesos. Entre lo que nos dijeron y lo que vimos en Internet, decidimos que lo mejor era esperar al día siguiente. Este era el aspecto que presentaba la furgoneta a las 9:00 de la mañana.
Añadido al estado de las carreteras y que a partir de La Massana era obligatorio el uso de cadenas, lo mejor era gastar 1,40€ en el autobús. La línea L6 une Andorra la Vella con Ordino cada 30 minutos y en hora punta se dobla la frecuencia.
Previo al viaje en autobús, visitamos un poco el pueblo de Ordino.
donde parece que la vida sigue con absoluta normalidad.
Pasamos por la oficina de información, donde conseguíamos la Guía Marrugat Andorra 2009 (y que posteriormente veríamos en venta a un precio de 9,95€), la Plaça Major, la Casa de Comú y el Museu-Casa Areny-Plandolit (que sólo vimos por fuera).
Una vez dentro del autobús, y en vista de que probablemente no podríamos bajar hasta Andorra con la furgo en toda la semana, nos llegamos hasta esta población en la parada de Avingüda Meritxell, cerca del centro comercial Pyreneés.
Buscamos una cafetería un poco maja donde echar un bocado pero no encontramos nada al gusto, así que al final entramos en el mencionado centro comercial. No pasamos mucho más tiempo ahí, simplemente un cambio de aguas, una ojeada al establecimiento de Outlet del centro y nos vamos a la calle donde cada vez nieva con más fuerza.
Se acerca el medio día y pocas tiendas quedan abiertas. Miramos en las que pillamos y damos vueltas por el centro y cerca del río, que ya es el Grand Valira (en el que han confluído un par de cientos de metros antes el Valira del Nord y el Valira d’Orient). Una estampa absolutamente navideña con un manto blanco cubriendo completamente las calles.
Buscamos un sitio no muy caro para comer, un self-service en el centro Escales nos viene perfecto a la par que nos da cobijo a la nevada que empieza a ser preocupante. El menú a 9,50€ y completito. Lo que no se nos va es la angustia porque oímos más de una vez el comentario “Pues nunca había visto nevar así” a algún que otro parroquiano.
La nota fea de la comida la pone un señor mayor que compartía una mesa al lado de la nuestra, con un mal gesto de nacionalismo irreverente hacia un camarero de nacionalidad china.
La calle… cada vez más nieve. Aproximadamente 50 centímetros.
Cogemos algo de información en la Oficina de Turismo (donde se nos trata con un poco menos de atención que al grupo de personas precedente que hablaban en perfecto catalán) y nos acercamos a la última tienda de deportes, la de Quicksilver en la Avda. Merritxell, antes de ir a por el autobús de vuelta a casa.
Nos montamos en la c/Bonaventura Armengol y puede que con muchísima buenaventura, ya que cerraban accesos y cortaban la circulación debido a las horribles condiciones de la carretera. Tanto es así que cuando nos montábamos nosotros, dos viajeros ayudaban a la conductora a poner las cadenas. Unos minutos después nos veíamos inmersos todos en una pequeña aventura a bordo de un autobús. El trayecto estaba complicado y el atravesar el túnel con las cadenas le metió el miedo en el cuerpo a más de uno y de una. Incluso llegamos a pensar que lo mejor hubiera sido subir corriendo, como ya vimos hacer a un hombre, hasta La Massana.
Con la vista puesta en la furgo, que encontrabamos así
(prometo que es el bulto bajo la capa de nieve) entramos al hotel por el sendero medianamente habilitado para el paso.
Cenita, a la hora adecuada, y ponemos Jumper en el portátil. Un poco antes nos dan una mala noticia, y es que las pistas podrían no abrir mañana para provocar avalanchas y que no exista peligro por la gran cantidad de nieve acumulada en poco tiempo.
¡Genial!
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